La primera vez que surgen los nombres con que hoy conocemos a los Reyes Magos es en la iglesia de San Apolinar Nuovo, en Rávena, Italia. El friso de la imagen está decorado con mosaicos de mediados del siglo VI que representan la procesión de las Vírgenes, conducida por tres personajes vestidos a la moda persa, con gorros frigios y su actitud es la de ir a ofrecer lo que llevan en las manos a la Virgen que está sentada en un trono y tiene al Niño en su rodilla izquierda. Encima de sus cabezas se pueden leer tres nombres, de derecha a izquierda: Melchor, Gaspar, Baltasar.
Se cree que los tres Reyes Magos provenían de distintos continentes, África, Asia y Europa, aunque cabe la probabilidad de que su punto de origen fue Persia, hoy Irán.
Poco a poco la tradición ha ido añadiendo otros detalles. Otra versión cuenta que los Reyes Magos representaban las religiones paganas de Asia, África y Europa, quienes acudieron ante Jesús como reconocimiento del cristianismo.
Existen relatos que hablan de cuatro y hasta doce reyes que visitaron a Jesús, pero la versión más extendida determina tres por el número de regalos que presentaron en el pesebre: incienso por ser Dios; oro por ser rey; y mirra por ser hombre, tres elementos que tenían gran valor comercial en aquellos tiempos.
En el Evangelio de Mateo es donde se menciona la existencia de unos magos que buscaban en los cielos la estrella de Belén, aunque no especifica cuántos eran.
Aunque para ese entonces ya se les llamaba magos a los hechiceros, también se les denominaba con este nombre a los hombres sabios y de ciencia.

Los restos de los Reyes Magos se hallan en la Catedral de Colonia, Alemania.