Hombre dominante y controlador

Hombre dominante y controlador

Pregunta del lector: Considero que soy un hombre dominante y controlador. Sé que me gusta llevar el control de todo lo que pasa en mi casa. Llamo varias veces al día para saber cómo van la cosas y si necesitan de mi ayuda. Me he dado cuenta que en casa se hace lo que yo digo. ¿Qué efecto tiene para la familia? ¿Qué puedo hacer?

Respuesta de la familia: La dominación impacta sobre los demás en la medida en que se le impone de manera arbitraria y sin posibilidad de disentir.

Imponer el punto de vista sin dar espacio a que los demás expresen el suyo, induce sigilosamente a la sujeción del otro dominante. Quien cede no se da cuenta de que pierde la capacidad de ser autónomo.

Las personas con rasgos de personalidad dominantes muy acentuados son inflexibles y rígidos. Se rigen por reglas y esperan que los demás se ajusten y las cumplan desde su punto de vista.

¿Qué puede pasar en la familia? Pérdida de la individualidad. Se le niega a los demás el derecho a la autonomía y a la libertad de pensamiento. Los miembros de la familia no pueden negociar cuando aparecen temas conflictivos. Hay que acatar y someterse al punto de vista de quien se cree dueño de la razón.

Llamar constantemente a la casa para saber el movimiento diario puede ejercer presión sobre los demás porque piensan que tienen que rendir un informe de cada movimiento y de las actividades que desarrollan durante el día. Sin duda, se sienten controlados.

Pueden llegar a creer que no se les tiene confianza.

Paulatinamente se crean los cimientos de la subordinación. Ocurre de forma gradual. Los demás no se dan cuenta de que dejan de hacer cosas y tomar decisiones independientes por el temor a la retaliación, a las críticas y, posiblemente, a la expresión del enojo.

La pérdida de autonomía dentro del hogar, no poder expresarse libremente, sentirse vigilados constantemente, tener que rendir cuenta de los detalles del día a día, es sentirse bajo el panóptico.

Su responsabilidad estriba en buscar las alternativas viables para aprender a flexibilizar, confiar, negociar y respetar la individualidad de los demás. También en desarrollar habilidades para la comunicación asertiva y en la solución de los conflictos.
Es un trabajo arduo, pero posible. Su intencionalidad hace la diferencia.

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