Consultorio de Familia

Consultorio de Familia

Soraya Lara de Mármol

Pregunta de la lectora: Conozco personas que han pasado muchas situaciones dolorosas, han perdido sus familiares, casas y trabajos. Otras, vivieron en la orfandad, en la pobreza, en hogares con personas no familiares, regaladas, abusadas sexualmente y, sin embargo, veo que son felices y exitosas en lo que deciden ser y hacer.
Respuesta de la terapeuta: Así es, estas personas son conocidas como “resilientes”, aprenden de la adversidad y se colocan por encima de ellas. Ven en cada obstáculo una oportunidad para superarlos y ser mejores personas. Renuncian a quedar atrapadas en un mar de sufrimientos y de pensamientos obsesivos del pasado doloroso, sino que su actitud se enfoca en el futuro.
Entienden lo que le sucedió, no guardan rencor, aprenden que fue una experiencia que les tocó vivir, pero que no tiene por qué formar parte de su presente y su estilo de vida. Aprenden a no repetir lo sufrido y se proponen no transmitirlo a sus descendientes.
No cargan a los demás con actitudes desalentadoras, todo lo contrario, muestran un espíritu contento y positivo. Incluso, estas personas no se enferman con regularidad, son menos propensas a enfermedades gracias a sus actitudes y comportamientos positivos.
Para superar la adversidad, claves a tomar en cuenta: mantener una actitud positiva, fe en sí mismas, pensamiento flexible, capacidad creativa, perdonar, reflexión autocrítica y autoperdón.
Las personas positivas no obvian la adversidad, el dolor, los problemas, sino que los observan desde una óptica realista y, en vez de quedar atrapadas, se plantean alternativas para superarlas.
Tener fe en sí mismas es tener la certeza de que superarán las situaciones y de que poseen las habilidades suficientes para encararlas y fortalecerse como personas.
El pensamiento flexible facilita ver el problema desde diferentes puntos de vista para analizarlos, no se detiene en ver si hay un culpable o sentarse a llorar eternamente por el daño sufrido, sino para verse a sí mismas dentro de la situación y cómo superarla. Esto conlleva al pensamiento autocrítico y al paso más sublime, el autoperdón.
La autoinculpación es la trampa psicológica que mantiene a las personas atrapadas en un rollo de hilos entretejidos de problemas no resueltos, de actitudes negativas y falta de fe en sí mismas.
Ser resilientes es la medalla al mérito a la vida, a la gratitud, a la esperanza y a la alegría.

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