¿Les digo Algo?

¿Les digo Algo?

Sólo la educación permite discernir libremente sobre las situaciones a afrontar, individual o colectivamente, en la interacción con otros congéneres, siendo el Estado encargado de proveer los medios a los ciudadanos para la adquisición de esas habilidades.
Mientras en Europa las políticas de género ya son historia, España fue el último país en establecerla en ese continente, ahora es que aquí, en Ecuador, Nicaragua, Guatemala, México, Chile, Argentina, Colombia, Costa Rica, El Salvador, Perú entre otros, se está viviendo este proceso en medio de una descarnada controversia.
Las historias de violaciones a niñas, niños y adolescentes por sus propios padres, familiares, sacerdotes y desalmados podrían disminuir de manera significativa con una población mejor educada en el conocimiento y manejo de la sexualidad.
En esta sociedad como, en la mayoría de las naciones latinoamericanas, la formación de las niñas, entre otras cosas, enseña que éstas no juegan con varones, no abren las piernas, no juegan carritos, no montan bicicleta, patines ni caballo, no ríen a cualquiera, no se dejan besar, no contradicen los hombres, no vuelan chichigua, no pitan, no corren, no dicen malas palabras, no opinan, no beben alcohol, no…
Las niñas son obedientes, hacendosas, simpáticas, limpias, cariñosas, dulces, coquetas, aplicadas, buenas, piadosas, humildes, pacientes, tolerantes, abnegadas, dóciles, tranquilas, sumisas, lindas, sinceras, educadas, vergonzosas, amables, frágiles, delicadas, son de la casa…
Es una educación basada en roles que la sociedad ha definido propio de los sexos, condicionando y subordinando la niña y el niño a una visión asimétrica desde la infancia, se refuerza en las escuelas, los institutos y universidades.
La niña se desenvuelve en una sociedad expectante de su comportamiento la cual de inmediato reacciona si alguna se sale de los condicionamientos mentales que se les enseñan.
Los preceptos de la formación de la niña, y por ende de la mujer, están orientados a que crezcan sin conciencia de sí misma y de sus potencialidades. No permiten el desarrollo de su estima desde la infancia a través del juego, sin condicionamiento de género o sexo.
Contrario a como es educada la niña, al niño se le relaciona con sus potencialidades desde los primeros meses, incluso antes de nacer en el proceso de gestación, la familia conjetura sobre el sexo que puede traer importantizando los atributos del varón.
Algunas palabras del decálogo educativo del niño son: el varón es quien manda, no llora, es fuerte, puede con todo, tiene derecho a todo, es de la calle, es inteligente, no permite desconsideración, es superior a la hembra, no es miedoso.
En la concepción de niña y niño, la primera tiene bien delimitado el campo de lo que le es permitido y no permitido, realidad de siglos que las feministas percibieron y han enfrentado, logrando avances importantes en la superación de inequidades y la valoración de la mujer.
El interés del movimiento feminista no es el sometimiento del varón, sino la igualdad en derechos y valores humanos que beneficia a ambos sexos.
No habrá liberación ni felicidad de la humanidad sin superar las prácticas, ideas, estereotipos y valores que sustentan la desigualdad.

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