CÁPSULAS GENEALÓGICAS. Blanes. Cuna de los Pou

CÁPSULAS GENEALÓGICAS. Blanes. Cuna de los Pou

Joan M. Ferrer Rodríguez
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Pou, que en catalán significa pozo, es un apellido muy antiguo, oriundo de la comarca de La Selva, provincia de Gerona, extendido actualmente por casi toda España y buena parte de América. Por lo que se refiere a la rama dominicana, procede de la localidad de Blanes, levantada a escasa distancia del exuberante y pintoresco delta del río Tordera, considerada por muchos la puerta de entrada a la popular y siempre concurrida Costa Brava. En términos históricos, la extinta fortificación romana de Blanda dio lugar a una comunidad completamente nueva, que vive y ha vivido de cara al mar, cuyo núcleo urbano se empezó a articular, con cierto grado de rigor, entre los siglos XIII y XIV, al amparo del mecenazgo de los vizcondes de Cabrera, en las que presumimos eran, por entonces, tierras de señorío. En interés de arrojar más luz y otorgar fecha cierta a estos imprecisos parámetros geográficos y temporales, es oportuno señalar que el decreto de erección de la parroquia –límites territoriales incluidos– fue promulgado en la ciudad de Gerona a 7 de junio de 1319.
Arrasada durante la Guerra dels Segadors (Sublevación de Cataluña frente a la política del Conde-Duque de Olivares, 1640-1652) la población asistió, ya en tiempos del reformismo borbónico (1700-1808), a un período especial de crecimiento y recuperación motorizado, esta vez, por una serie de actividades mercantiles relacionadas entre sí, tales como la pesca, el comercio marítimo y la industria naval. De ahí en más, las calles, plazas, mercados, astilleros, muelles y dársenas de la villa quedaron convertidos en un auténtico hervidero de individuos, ligados por profesión y/o tradición familiar al espectro marinero: cordeleros, calafates, carpinteros, herreros, pilotos, maestres, toneleros, veleros, etc. Para muestra, basta con revisar las cifras que ofrecen Cabre y Torres sobre la distribución de la flota surta en la rada de Blanes para el año de 1765. Así, tenemos que un 52.87% del total de las embarcaciones se dedicaba a la pesca, el siguiente 28.74% al cabotaje y el 18.3% restante al comercio (Fuente: Cabre, Merce y Torres, Josep. Anar a fer les Ameriques. L’emigració blanenca a Cuba 1839-1862. En: Blanda Núm. 3. Arxiu Municipal de Blanes, 2000. Pág. 40)
Hay que advertir, no obstante, que la incorporación del elemento catalán a la denominada “Carrera de Indias” hacia la segunda mitad del siglo XVIII, misma que tuvo como colofón la fundación, en 1755, de la Real Compañía de Comercio de Barcelona, no solo coincidió con la eliminación del monopolio comercial gaditano con América, sino que sirvió de plataforma a un proceso migratorio prolongado e intenso en el que sobresalieron, a fuerza de conocimiento y pericia, los naturales y vecinos de algunas de las principales sedes costeras del Maresme y la Costa Brava, como Mataró, Calella, Blanes, Canet de Mar, Malgrat, San Feliu de Guixols y Arenys de Mar (Véase ferrer, Joan. Los Saleta. De Arenys a Santiago. En: Cápsulas Genealógicas. Areito, suplemento cultural del periódico Hoy, 22 de noviembre 2014) En este sentido, tampoco deben dejar de ponderarse las políticas de “promoción” implementadas durante el reinado de Carlos III, como la ley de 1764 que permitió a los catalanes negociar libremente con Cuba, Puerto Rico, Santo Domingo y la Margarita o el reglamento de migración promulgado en 1778, que se mantuvo en vigor hasta 1827.

Instituto Dominicano de Genealogía

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