Somos flojos ante la depredación

Somos flojos ante la depredación

Hace unos días, una turba de unos 60 haitianos armados de machetes, palos y piedras amenazó con quemar vivos a dos inspectores del Ministerio de Medio Ambiente que habían arrestado a uno de ellos mientras talaba árboles en la Sierra de Bahoruco. Este incidente es parte de la constante depredación de bosques por parte de haitianos que cruzan la frontera para hacer carbón y para trasegar con caoba que talan de este lado y venden en su país. Hace poco también, encapuchados de la misma nacionalidad asaltaron un puesto militar dominicano y robaron un fusil M-16. Indocumentados del vecino país ya tienen una presencia alarmante en pueblos fronterizos.
Da la impresión de que las autoridades son muy débiles o permisivas con los haitianos que cometen estos desmanes en nuestro territorio. Parecería que son más enérgicas cuando son dominicanos los que cometen las agresiones contra el medio ambiente. La situación no es congruente con las políticas del Gobierno para fomentar el desarrollo agroforestal y preservar nuestras fuentes de agua. La tala de nuestros árboles, el trasiego de madera preciosa y carbón hacia Haití continúan como si tal cosa. Estamos siendo demasiado débil al no enfrentar este problema con la energía que merece. Hay que fortalecer la gestión del Ministerio de Medio Ambiente por la preservación de nuestras especies maderables y fuentes de agua.

Una muestra de indolencia

Se dice que la ley y la justicia están hechas para todos, pero hay hechos que desmienten este aserto. Los familiares de 18 personas que murieron hace nueve meses en la carretera de Samaná por la imprudencia de un camionero, están pasando la doble penuria de la pérdida de sus seres queridos y el hecho de que la justicia no ha hecho su papel para, por lo menos, compensar a los deudos de las víctimas. Y la cosa es más grave, porque hace poco el causante de esas muertes fue detenido porque se trepó con su camión en un área reservada a ciclistas en la avenida Winston Churchill. ¿Cómo se permite que alguien con esa estela de muertes siga conduciendo?

Si alguna vez la justicia ha tenido venda en los ojos, ha sido para no ver la estela de tristeza, indefensión e impunidad que rodea este caso de irresponsabilidad y dolor.

 

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