Hay que blindar la Constitución

Hay que blindar la Constitución

Las fuerzas sociales del país están llamadas a unificar esfuerzos para erradicar de una buena vez la práctica de alterar la Constitución para complacer apetitos continuistas contra los cuales predica la bitácora de nación. Es una verdadera afrenta que de 1844 hasta el año pasado hayamos introducido 40 cambios a la Carta Magna, de los cuales el 82 por ciento ha tenido el propósito de saciar ambiciones de poder. En los últimos tiempos, las manipulaciones para reponer la reelección presidencial han sido las prácticas más socorridas de los políticos para optar desde el poder por nuevos períodos de mandato. Lo han hecho pasando por encima de principios y voluntades sensatas que creen y apuestan por la alternabilidad como eje del juego democrático.
La gravedad de esta vocación continuista es tal, que han sido dominicanos 11 de los 50 presidentes que entre 1850 y 2016, a nivel mundial, promovieron cambios constitucionales para prolongar sus períodos de mandato. Esta práctica es una distorsión en todos los órdenes, si se toma en cuenta que las naciones con las democracias más sólidas han sido las que menos modificaciones han aplicado a su Constitución, y cuando lo han hecho, ha sido para apuntalar derechos consustanciales al sistema de derechos. Es hora ya de que trabajemos para blindar la Carta Magna contra estos cambios caprichosos que debilitan y burlan la auténtica democracia.

Venezuela bajo intolerancias

A Venezuela la gobierna un régimen salido de cauce que, ladrillo a ladrillo, ha ido construyendo un orden de irrespeto a libertades y derechos, anula autoridades legítimamente constituidas, suplanta poderes públicos que deben ser independientes, insulta, manda tropas a reprimir y persigue, como si fueran autores de crímenes graves, a los participantes en protestas contra sus excesos, obliga a los medios electrónicos a transmitir sus discursos, declara ilegales a partidos reconocidos y les prohibe que participen en elecciones.
Venezuela está sometida a un apogeo de la intolerancia y las violaciones a los derechos humanos. Miles de venezolanos están en exilio forzado y el país está en grave crisis económica. El régimen que siembra odio y represión debe esperar tarde o temprano sus frutos.

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