Bolivia y la participación

Bolivia y la participación

Es el vértigo, el espanto por el riesgo. Falta el oxígeno y sobra el interés para ver, comprobar. Llegar al aeropuerto más alto del mundo trastorna a cualquiera. Provenir de países situados al nivel del mar convierte El Alto boliviano en una experiencia única. Respirar desde 4,008 metros de altura es complicado. Intentarlo en La Paz, a 3,600, es tarea ardua. Los picos nevados de la cordillera rodean la ciudad, la imponencia de la montaña Illimani persigue cualquier recorrido, en una urbe con sube y bajas imprescindibles para movilizarse. Admirar el Titicaca, el lago navegable más alto del planeta, es una proeza que la belleza compensa. Habituarse cuesta. Atenciones y advertencias son frecuentes. Tranquilizan. Desde el arribo es perceptible el orgullo. Por doquier el entusiasmo, la convicción del trabajo realizado, para que el éxito premie unos comicios originales. Pero, una cosa es la pendencia política y otra, el camino hacia la institucionalidad. Difícil, pedregoso, escarpado, como las colinas que vigilan La Hoyada.
Armando Ortuño, atrevido, contravino demagogia, chácharas parecidas, aquí y allá. Afirma que los constituyentes bolivianos partieron de una visión ideal del ciudadano: racional, informado, aislado del conflicto político. El economista y diplomático preside una de las jornadas de Información e Intercambio, auspiciada por el Órgano Electoral Plurinacional- OEP- interesado en dotar a las personas integrantes de los grupos de observación electoral del conocimiento adecuado para poder evaluar un proceso único celebrado el 3 de diciembre. La Constitución de la República de Bolivia adopta para su Gobierno la forma “democrática participativa, representativa, comunitaria, con equivalencia de condiciones entre hombres y mujeres”. Prescribe que la conformación de las Altas Autoridades del Órgano Judicial y del Tribunal Constitucional Plurinacional-TCP-debe ser fruto del sufragio universal, obligatorio. El Estado Unitario Social de Derecho, Plurinacional, “…independiente, soberano, democrático, intercultural, descentralizado y con autonomías”, organiza el poder público “… a través de los órganos Legislativo, Ejecutivo, Judicial y Electoral- artículo 12 Constitución-. Bolivia, con sus 37 lenguas oficiales, con el aymara, quechua, guaraní, frecuente en cada momento, reconoce que “el máximo nivel del ÓEP” es el Tribunal Supremo Electoral-TSE-. Compuesto por 7 miembros, dos de los cuales tienen que ser indígenas originarios de los pueblos campesinos, asume la organización de esta sui géneris elección, realizada en el vórtice de una delicada coyuntura política.
El 28 de noviembre, días antes de la celebración de las elecciones, el TCP, reconoció el derecho a la repostulación, no solo del Presidente de la República, sino también de “gobernadores, alcaldes, asambleístas y concejales. “La sentencia contraviene el resultado del referendo realizado en febrero, cuando el 51.3% de la población negó la posibilidad de optar por un cuarto periodo al presidente Evo Morales Ayma.
Voto universal, obligatorio, para escoger a especialistas en Derecho podría parecer un desatino, aunque algunos consideren que es el summun de la participación popular. La apuesta muy ambiciosa, la pretensión es conseguir un Poder Judicial aséptico, incontaminado. En el 2011 fue el primer ensayo, los analistas nacionales aseguran que el propósito no fue logrado. La novedosa elección, algunos la atribuyen a una idea transnacional, ocurrencia de “los muchachos de Podemos”. Para otros, obedece al espíritu de una Constitución inclusiva, que consulta el parecer de la ciudadanía siempre. Con hipótesis y sin ella, con reacción de una oposición que llenó de votos nulos las urnas, el TSE propició un proceso sin sobresaltos técnicos, con logística impecable que permitió instalación, apertura de mesas, provisión de materiales, seguridad para los votantes y un impresionante, certero y expedito, sistema para el conteo y transmisión rápida de actas -TRA- usando una aplicación que puede instalarse en cualquier teléfono móvil. El actual TSE comenzó sus funciones en julio del año 2015, su permanencia es de 6 años. El desempeño, antes y durante el día de las votaciones, demostró que la institucionalidad existe, a pesar de las celadas para el fracaso y el desprestigio. Desafíos por doquier tiene pendiente el OEP, apenas comienza la embestida. Ahora cumplió, obtuvo excelentes calificaciones.

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