La situación que padece la ciudad de Mao con el desorden que representa la falta de control de los ruidos provocados por las motocicletas sin silenciadores, las discos light, guaguas anunciadoras y vehículos privados con bocinas estruendosas, no es exclusiva de la comunidad noroestana.
Haciendo un sondeo con algunos contactos de diferentes pueblos del país, la queja es común y a los elementos señalados, se les adicionan, al igual que en Mao, los antiguos colmados, bodegas o pulperías que ahora se han convertido en bullosos colmadones.
Como si todo esto fuera poco, han proliferado en los últimos años, una cantidad de bancas de apuestas y loterías que no respetan, al igual que los colmadones, sectores residenciales, centros educativos, iglesias ni instituciones públicas y privadas, promocionando el vicio del juego de azar.
No conformes con el daño que hacen a los sectores más empobrecidos de la sociedad, muchos dueños de bancas, colocan bocinas conectadas a televisores con transmisiones de pelota y caballos sin importarles las quejas de los vecinos afectados por el alto volumen.
Contrario a Santo Domingo, donde hay que reconocer otra actitud de las autoridades frente a las denuncias de escándalos en los barrios y sectores residenciales, en los pueblos no hay a quién acudir, pues quienes están llamados a corregir la situación, no asumen sus responsabilidades.
Corresponde a las juntas de vecinos, iglesias, organizaciones sociales como derechos humanos, clubes de servicios, deportivos, culturales e instituciones privadas, empoderarse del problema y exigir, a quienes corresponda, la solución de un problema que además de conllevar la violación de la ley, irrespeta el derecho a la tranquilidad de los ciudadanos.