Andamos muy mal

Andamos muy mal

El nuevo aniversario del nacimiento de Juan Pablo Duarte llega en medio de situaciones absurdas y otras comprometidas en la vieja tarea de atentar contra la Patria que creaste con tu talento, inteligencia, visión y sacrificios.
Afrontamos dos asuntos que fueron de tus grandes preocupaciones la falta de jueces y fiscales probos, honestos, capaces de actuar según sus conciencias, despojados de ningún otro sentimiento que no sea el de la justicia, he ahí que el caso Odebretch saca a la luz el pus que corrompe el llamado sistema judicial.
Sed justos, lo primero, si queréis ser felices escribiste, dijiste, mandaste, pero los justos son tan difíciles como la muela de las garzas o como los honestos a quienes buscaba el filósofo Diógenes ante el poder supremo que ejercía Alejandro Magno le pidió que se apartara ue le permitiera ver la luz. Luces les faltan a administradores de las leyes que se prestan a realizar toda suerte de abusos amparados en un poder que como dijo el pensador: el poder es una sombra que pasa.
Muchos de esos jueces y mandatarios corruptos parecen no haber escuchado la frase bíblica que dice: “con la vara que midas serás medido” pero ellos serán medidos con la rectitud y la fuerza de la justicia verdadera.
Ahora resulta que el Procurador General de la República con firma con sus acciones lo que denunciaba la jueza de la Suprema Corte de Justicia Miriam Germán cuando dijo que la mayor parte de las “pruebas” que dice tener el Ministerio Público son frutos de declaraciones premiadas vertidas en Brasil, donde abundan el “yo creo” y el “me parece”.
Entonces, estamos ante un accionar de la autoridad judicial con fines políticos ulteriores, aunque para ello dañen honras y reputaciones en una actuación similar a la de un gran elefante que se mueve dentro de una pequeña vidriera que rompe con cada movimiento.
Lo peor de esas actuaciones es que personas que no lo merecen y que no cometieron los hechos que se les atribuyen, quedaron marcadas por una acusación infame, amparada en el poder político.
El otro tema grave es el del manejo de los fondos públicos. El creciente endeudamiento del país, nunca justificado, conduce hacia el despeñadero y amenaza seriamente con la puertorriqueñización que secó las fuentes de financiamiento que alimentaba el “bienestar” de Puerto Rico que durante décadas algunos pudieron pensar que tal situación de bonanza era interminable.
Hoy, Puerto Rico tiene un gobierno mendicante que toca puertas que no se le abren y clama por soluciones y ayuda sin que sea debidamente escuchado.
Eso no fue lo que enseñaste cuando diste cuenta del mínimo centavo administrado por ti en el tiempo de la batalla del 19 de Marzo. Andamos muy mal.

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