Como el pugilato por las primarias abiertas o cerradas se trasladó del Comité Político al Congreso, donde los legisladores peledeístas tendrán la “libertad” de votar por la modalidad de su preferencia cuando conozcan la Ley de Partidos, ya hay gente sacando numeritos, empezando –por supuesto– por los propios interesados, para ver si cuentan con los votos necesarios, pues el tema se ha sazonado tanto que todo el mundo ha tenido la oportunidad de decir lo que aprueba y lo que rechaza. Por eso se sabe que los seguidores del presidente Danilo Medina votarían por las primarias abiertas al igual que los diputados del PRD chiquito de Miguel Vargas, aunque está por verse si los seguidores del expresidente Hipólito Mejía, quien ha declarado que también favorece esa modalidad, votarían en consecuencia o por “la línea” que baje el PRM, que se supone serán las primarias cerradas al igual que lo harían los legisladores de los partidos pertenecientes al Bloque Opositor y los que siguen al expresidente Leonel Fernández, quien sostiene que las primarias abiertas y simultáneas son inconstitucionales. Tampoco hay que descartar, en medio de la cacería de votos que se desatará, que el “libre albedrío” de muchos de esos legisladores, sean peledeístas o no, tome caminos inesperados, lo que podrá indignar a sus colegas pero no sorprender, pues esos cambios de opinión son “naturales” en un Congreso donde siempre ha sido posible comprar o vender al mejor postor el voto a favor de esta o aquella iniciativa, como ocurrió con la reelección del presidente Danilo Medina. Porque la verdad debe ser dicha: no puede afirmarse que el Comité Político del PLD dejará que sus legisladores hagan uso de su libre albedrío, o de que tendrán la libertad de votar de acuerdo a su íntima convicción, si realmente lo harán por lo que conviene al partido que le bajó línea, o a su jefe político, o a su grupo o a quien diligente y generoso le compró su voto a precio de conciencia muerta.