Dialogar con mala intención

Dialogar con mala intención

Por esta vez el fracaso del diálogo entre el gobierno de Venezuela y la oposición indica que ese país sigue atrapado en designios totalitarios. La democracia está reducida a su mínima expresión y la pose negociadora del presidente Nicolás Maduro oculta la intención de imponer un proceso electoral prematuro tras maniobras para reducir las posibilidades de sus contrincantes. Santo Domingo y el Gobierno dominicano participaron ingenuamente en el matadero antidemocrático escogido por el chavismo para ganar tiempo y pretender legitimarse mientras confesaba cínicamente que la tal negociación en la ciudad primada de América no cambiaría en nada el curso de su régimen. La doble jugada era evidente para cualquier miope observador. República Dominicana se ha empeñado en no mirar para ese lado.
La aspiración a que el país se llene de gloria como artífice de un acuerdo de paz ha carecido de fundamento. Ha sido en este escenario donde la dictadura venezolana se ha burlado de América y de su propio pueblo. Los sufrimientos de los venezolanos en materia de derechos humanos e institucionalidad seguirán en curso. Los dominicanos que han brindado hospitalidad salen perdiendo en su pretensión de ser leales y agradecidos a un régimen de una generosidad petrolera que se extinguió. Fallaron ante la historia por lo mucho que hizo antes la Venezuela libre y democrática por el rescate de la democracia en el país.

Un horror ante agentes brutales

Balear a un ciudadano y luego encadenarlo a una baranda para que se desangrara hasta morir no es un “simple exceso” atribuido a los autores de tal barbaridad. Es un episodio que se suma a los comportamientos criminales de individuos investidos de autoridad, pagados por el Estado que según versiones creíbles, “macuteaban”, antes del asesinato a todo el que pasaba por el sitio en el que se encontraban patrullando. La institución a que han pertenecido debería avergonzarse.
Admitir que cuando sus agentes agreden con crueldad a civiles o arrancan confesiones a golpes o falsean hechos para decir que mataron a alguien en un “intercambio de disparos” (expediente desacreditado) muestran la persistencia de algunos de los peores métodos de la horrenda dictadura de Trujillo, la peor en la historia.

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