Mal ambiente para la explotación de minerales

Mal ambiente para la explotación de minerales

Indudablemente que el anuncio del Ministerio de Energía y Minas, de que se ha autorizado la explotación de oro de Romero, en la provincia de San Juan, pareció fruto de un guión bien estudiado y puesto en escena para lograr la reacción negativa de los sanjuaneros y otros grupos nacionales.
Y así fue, desde el obispo diocesano de San Juan hasta legisladores oficialistas de la provincia, todos alzaron su voz para oponerse a la explotación minera. Todos se apoyaron en informaciones de las que no tenían datos completos. Hablaban por boca de ganso. Desempolvaron argumentos de otros proyectos mineros satanizados por el sector fundamentalista del medio ambiente. El poder de ruido de este sector paraliza y amedrenta cualquier intención que tenga el Estado de sacarle provecho a los recursos mineros. No es el caso de Perú que el pasado año exportó más de $27 mil millones de dólares en metales.
Provocó suspicacia ese criterio de rechazo tan unánime donde mansos y cimarrones, con mucha gente de buena fe e ingenuos, se dieron la mano para manifestarse contra un proyecto que pese a las explicaciones, la gente ya manipulada y condicionada, lo ha rechazado. Ya no aceptan corregir criterios, cambiar de opinión, y en su terquedad, no quieren oír los argumentos que justifiquen esa inversión.
La mano maestra que mueve los hilos de la estrategia para una minería controlada por el Estado está de plácemes con esa reacción popular de los sanjuaneros. Y es que ya en el Palacio Nacional está depositado un anteproyecto de ley minera en el cual el Estado sería el rector absoluto de la minería. Y si un inversionista trae sus capitales para invertirlo tendría la desagradable sorpresa que sería un simple intermediario para el uso de sus capitales. El futuro desarrollo minero nacional sería de manos del Estado con los inversionistas maniatados si cayeran en el gancho de sentirse cautivados a invertir bajo los términos de esa futura ley. De ahí que el inversionista, por mejores perspectivas de ganancias por el potencial del yacimiento minero, no se arriesgaría traer sus recursos para obtener una pírrica ganancia. El objetivo de la nueva ley es volver al pasado y pretender que el inversionista no logre los beneficios justos después de haber realizado una cuantiosa inversión inicial para explorar, evaluar y poner a punto el proyecto e iniciar la producción metalúrgica en firme y comience a generar dividendos.
No hay dudas de que la manipulación para oponerse a la explotación de oro por la Gold Quest ha encontrado un ambiente favorable típico del sentimiento repentista del dominicano. Y es que sin la debida preparación en los diversos temas, como los de la minería, opina negativamente de inmediato sin oír las razones y las conveniencias del proyecto. Recordemos el show que se hizo con relación a la fábrica de cemento que se construiría en Gonzalo, Monte Plata. Y quien visite ahora ese lugar lo ve sumido en la pobreza, mientras en Gautier otro es el ambiente de progreso. Es lo típico de nuestra raza, sin reflexionar decimos que no a todo, aun cuando luego cambiemos de opinión al oír las explicaciones. Casi siempre nos oponemos a cualquier novedad y hacemos causa común con el que más fuerte hable y más agiten los puños levantados que se alzan frente a las voces que tímidamente pretenden dar a conocer las razones de un proyecto. Y más si es inversión extranjera.
Existe un fundamentalismo muy radical en los temas medioambientales donde no admiten divergencia so pena de ser satanizados y aplastados por ser reaccionarios. Su verdad es la única que vale y que procura atrasar a las naciones si por temor los gobiernos se pliegan a sus airados argumentos. Estos son enarbolados para evitar a que un país avance en su desarrollo. También es extraño que esos fundamentalistas nunca alzan su voz para oponerse a la tala indiscriminada de árboles por parte de los haitianos para hacer carbón en diversos lugares fronterizos, dejando los eriales como testigo de esa masa humana devoradora de todo lo verde que crece sobre la tierra quisqueyana.
El Ministerio de Energía y Minas salvó su reputación de retranca para el aprovechamiento minero con la reacción popular opuesta a la explotación del oro de Romero. La gente de San Juan y los medio ambientalistas radicales le hicieron el trabajo de paralizar el proyecto. Ese oro continuará guardado en las entrañas de las montañas de la Cordillera Central. Es una zona deforestada totalmente por un conuquismo nómada que por un tiempo arrasó con la poca tierra que se podía sembrar. Esto es al noroeste del embalse de la presa de Sabaneta, no muy lejos del Parque Nacional José del Carmen Ramírez, al este de ese embalse.

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