Doctor Julio Gómez: la lucha y el sistema

Doctor Julio Gómez: la lucha y el sistema

José Miguel Gómez

Cuando alguien se encontraba vulnerable y riesgoso, social y políticamente, en los viejos esquemas antes de la guerra fría y de las confrontaciones ideológicas, la explicación estaba bien demarcada: “compañero usted es víctima del sistema”. El Dr. Julio Gómez, un colega y amigo gineco-obstetra fue víctima por varios meses en las patas de los caballos judiciales. Mientras más se movía, más lo pateaban. A pesar de los videos, de la comunidad que ha testimoniado su inocencia, de la ausencia de pruebas objetivas, con todo eso, el sistema judicial se ha prejuiciado y actúa de forma discriminada, abusiva e intolerante contra Julio Gómez.
Un hombre víctima de un atraco por un delincuente conocido, recluido y archiolfateado por la Policía, por el sistema judicial y los transgresores del barrio; el rumor público afirma: “el delincuente lo esperó, le despojó de su dinero y lo golpeó, y al primo del doctor lo hirió en una pierna”. Aun así, refiere la comunidad, indignada y convertida en linchamiento “estamos hartos”, golpean al delincuente, “una, dos y tres veces”, mientras el Dr. Julio Gómez sostiene al ladrón y evita que el grupo de la comunidad le siga golpeando. Todo se visibiliza en un video, ante los ojos y en la conducta de los propios testigos que hablan del atraco recurrente del delincuente. No importa, para la Justicia, el video, los testigos, la Policía y el levantamiento de las evidencias, nada importa; para el sistema había un hombre culpable, un hombre poco visible, sin poder, sin dinero, sin grupo social, sin impacto, sin lealtades invisibles y “sin tener con qué pagar peaje”. Julio Gómez, un médico bueno, de extraordinarias relaciones humanas y cristianas; solidario y altruista; hombre de fe, de bondad y de práctica en su comunidad y con sus pacientes. Para el sistema, es un número, uno más de los que existen y serán vulnerables y riesgosos para un sistema judicial que agoniza, que se hace invisible ante los grupos que no tienen fuerza; solamente contó con su Dios, su familia, su iglesia, su gremio y sus amigos. En otra circunstancia, con otros actores, el sistema se hace visible, funciona, se exponen al riesgo y se acomoda a la cultura del favor y de las lealtades invisibles. Julio Gómez tuvo que luchar, soportar, insistir, persistir y resistir, para que la Justicia sea equilibrada, justa y racional. Y para el colmo, los actores de la Justicia también vienen de la vulnerabilidad, del riesgo y de la exclusión; Al igual que Julio, han tenido que pagar más de una vez para llegar en esta sociedad dura, desigual y excluyente. “Compañero Julio, usted es víctima del sistema”. El sistema no es un factor protector, ni de defensa, ni de fortaleza para los que sobrevivimos bajo los símbolos del trabajo, asumiendo el ser y visibilizando lo correcto. Hoy vinieron por ti, mañana será por mí, pasado mañana vendrán por otros; pero quizás sea tarde, cuando crean que el modelo es sostenible y sustentado o que funciona para la visibilidad de los que actúan a través de la legitimidad de los grupos. Sé que nunca estuviste solo porque fuera y dentro hay visibilidad con tu causa y tu familia. Pero en la Justicia estuviste solo. Lucha, vuelve al ser, al sentido de utilidad, al sentido de vida y de transcendencia. No permitas amigo Julio que el resentimiento, ni el odio, ni la sed de venganza se adueñe de tu noble espíritu. Resiste amigo, nada es para siempre, ni los hábitos de los injustos son duraderos. Soporta, que todos los días sean tus mejores días. Refuerza el Dios que vive en ti, y recuerda la ingratitud de los hombres de que hablaba el apóstol Martí al generalísimo Máximo Gómez. No te dobles, no permitas que sistema alguno te ponga de rodillas, no todo el que nos juzga siempre está a nuestra estatura.
Son tiempos amigo de abrazar la dignidad, el orgullo, la perseverancia y el honor para confirmar los principios de vida. El sistema sabe de tu inocencia, pero siempre escogen y practican con los más vulnerables. Amigo, para fortalecer tu espíritu, habla con Nelson Mandela, elige una causa, plantéate un sueño bueno y grande, para que el sistema no te atrape, ni te doblegue, ni te haga parte de ellos. Aquí te esperamos, como se esperan los hombre buenos y nobles, libres y útiles, horados y comprometidos.

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