Majestad en autoridades e instancias concertadoras

Majestad en autoridades e instancias concertadoras

Visualizamos enrarecimientos de la situación política precipitada por falta de majestad de nuestras autoridades y carencias de instancias de concertación que pudieran derivar en conflictos entre poderes y colocar en crisis nuestra imperfecta, pero prolongada, por mas medio siglo, democracia.
Esa pérdida de majestad se observa en instancias de poderes, muchas veces acompañada de inconciencia e irrespeto de la investidura por quienes la ostentan.
De la Presidencia de la República emanan reacciones airadas, carentes de ecuanimidad, ante críticas expresadas en otros poderes del Estado y por ciudadanos. Ej: la respuesta ante pedimentos de investigación congresional sobre corrupción y ante denuncias sobre deficiencias constructivas en obras remodeladas. Funcionarios viven recomendando hacer lo que debieron haber hecho. Ej: desarme propuesto por Ministro de Interior y limpiezas pregonadas por Dominicana Limpia.
En el Congreso Nacional se observó recientemente un debate inapropiado entre diputados que llegó a expresiones soeces y desafíos como si fueran tigres de barrios; manifestaciones de lo que pudiera llamarse una selva congresional que explica los impedimentos para enfocarse en aspectos sustanciales de nuestra democracia y la veleidad, ingenua e irrespetuosa, en el tratamiento de temas cruciales. Es el caso de propiciar una reforma constitucional dizque para unificar elecciones municipales y nacionales como si, destapada caja de pandora, no se colaría la repostulación presidencial.
La Justicia no ha podido granjearse el respaldo ciudadano que debió haber tenido, según reflejan las encuestas, entre otras razones por la permisividad y contemporización ante retozos de un Ministerio Público que prepara deliberadamente expedientes “improcedentes y mal fundados” para justificar descargos en tribunales.
Un Ministerio Público que incumple sus propias normativas para luego caer en acciones que constituyen burlas procedimentales como la que acaba de observarse, al convocar, con notorio retraso, concursos para designar fiscales.
Hasta en círculos de la JCE se observa pérdida de majestad en las formas gramaticales, solemnidad y composturas propias de la idiosincrasia de jueces en decisiones, defensas y advertencias sobre proselitismo electoral. Y sobre pretensiones absurdas de imponer primarias abiertas y simultáneas bajo su jurisdicción, pérdida de majestad que debilita la certeza y contundencia de argumentaciones y razonamientos de jueces electorales.
El absurdo de imponer primarias abiertas/2020 apunta a un conflicto de poderes a dirimir en un no muy confiable ni respetado Tribunal Constitucional; amenazando la supervivencia de nuestra democracia.
Con el agravante que hoy carecemos de instancias adecuadas y eficaces de concertación que asuman la responsabilidad de mediar ante un eventual conflicto político; como en años protagonizaron iglesias, gremios empresariales y profesionales, personalidades civiles y militares.
Ojala nuestras instancias responsables compartan con sentido profiláctico la riesgosa situación que visualizamos.

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