LA MARAVILLA ES LA URDIMBRE EN LOS RELATOS DE MIGUEL PHIPPS

LA MARAVILLA ES LA URDIMBRE EN LOS RELATOS  DE MIGUEL PHIPPS

Lo primero que maravilla y convoca en toda narrativa es la urdimbre, el tramado donde se sitúan los personajes, el campo abierto de la imaginación, la batahola escritural del asombro, esa zona del relato donde las palabras van desdibujando los espectros, la figuración de lo supuesto que gira alrededor de la conciencia colectiva. El relato es una estructura nutriente de los prolegómenos del espanto. La vida es pavura y ensoñación, nada aparece por primera vez, el montaje es molinete, acechanza y alegato. ¿De dónde vienen las herramientas, los coloquios, la idiosincrasia, las marcadas imágenes de la cultura popular, sino del asidero de la prodigiosa memoria de lo vivido? Un cuentista es un hacedor del instante compartido de las creencias, de las vivencias del foco social del entorno, de las veleidades y conjuras del alma humana. Nada está desconectado del colectivo. El cuentista está obligado por oficio a matizar las confesiones vitales de sus personajes, tiene que traducir la intensidad de lo narrado en el espacio conciso de sus descripciones, en ese mundillo paralelo, que no por ser imaginado, es irreal. Tiene la misma convalidación de lo vivido. Nada de lo narrado es ajeno a lo existente, naufraga en la escritura, pero se enrosca en la percepción circundante de la imagen vivida. Por ello el cuento es orfebrería de la palabra, nada sobra ni nada queda pendiente en el borrador de lo narrado.
Miguel Phipps nos presenta “Inquietudes del alma” cuentos intensos, y “Al margen de la luz” cuentos hirientes. De la literatura infantil donde ha labrado un itinerario creativo importante, creando su impronta talentosa y persistente como ningún otro escritor dominicano en esa área, a estos cuentos, transitando por otros aportes narrativos, Phipps nos presenta estas dos obras con calidad y precisión descriptiva. En algunos cuentos como “El Sabio y Dios” hay un diálogo entre el Sabio, Daniel, Carlos y Juan Miguel con una plenitud de sapiencia espiritual impactante, como cuando el Sabio, ante la búsqueda de certidumbre de sus cuestionadores, explica: “Si la existencia y el fin de la existencia les parecen misterios pongan su cabeza entre las manos, concéntrense en sí mismos, anúlense, olviden los sentidos y sensaciones físicas y sigan detrás del tiempo subjetivo, hasta encontrar en el vacío absoluto de los recuerdos, el estado primigenio de sus existencias, la condición del no, ser”. En un momento Carlos manifestó que odiaba al Sabio, a lo que el Sabio respondió, que “el odio no es sino un diferente tipo de miedo”. El cuento asume un momento culminante de pura profundidad filosófica.
Hay narraciones como el cuento titulado “Senectud” donde el autor logra plasmar el derrumbe de los años vividos frente a las llamas voluptuosas de la pasión juvenil, cuando ya no se tiene la energía sostenida del deseo, pero aflora esa impotencia que no logra anular completamente la tentación y la evocación de los placeres atenuados o perdidos. Es el encuentro de un anciano y una joven cuyos encantos físicos en medio de un vacío absoluto en la cabeza, pero de un mar de ternuras en el corazón, lo hace exclamar, al personaje, el viejo Fallo Pichardo, que definitivamente “la edad no perdona”.
Hay textos como “La pelea” donde el autor plasma las dudas y celos aberrantes de una pareja, donde el hombre típicamente macho la emprende a golpes contra su compañera de ocasión, que fue a pagar con caricias el préstamo de unos pesos que necesitaba. El relato adquiere dramatismo por la celotipia que impulsa la violencia, el predominio instintivo de la pertenencia machista y la vocación animal del maltrato humano. Hay un cuento llamado “De prostituta a reina” que es una copia carbón de la simulación, del amor maltratado, de la sevicia. Es más que todo eso, es una radiografía del alma humana envilecida. De prostituta a la unión con un compañero que la maltrataba, a la venganza con el mejor amigo de su pareja, con el que se acuesta, y luego se ve realizada, cuando el compañero regresa y cambia su actitud y la hace feliz, a él, un hombre rico en millones convirtiéndolo un pobre diablo y a ella tan pobre como una rata de Iglesia, en una Reina. Indescifrables los juegos de simulación del ser humano en su abismo de necesidad y abandono material y espiritual.
En “Al Margen de la Luz”, cuentos hirientes, hay escenas narradas realmente conmovedoras, como la de “Perfil encubierto”, donde un troglodita jefe policial, ordena la captura de un delincuente que azotaba una barriada y que generalmente se escabulle de las persecuciones. Cuando por fin lo logran atraparlo y se le comunica al jefe policial, pero que había un problema, este da la orden, sin esperar respuesta del oficial que le comunica el dato, de que no le interesa el problema, y que lo mate. El oficial insistió, “pero señor capitán”. El capitán respondió que a él no se le titubeaba, carajo, auto tránquese. Ambas órdenes fueron cumplidas. El ladrón era su propio hijo pequeño.
En el relato “El seno del prohibido” hay un desgarramiento social que refleja la descomposición social y humana en que vivimos. Puede parecer un reporte periodístico, una nota informativa de las tantas que afloran diariamente, pero en el tratamiento de estilo forma y contenido del narrador, asume una trascendencia de primer orden. Un pastor religioso, que guardaba con esmero la fe y usaba terrorismo verbal religioso, como medida de reprimenda contra los instintos y por el acatamiento de la fe, era en realidad un farsante, pedófilo, habiendo violado a su propia hija, de esa incestuosa relación había nacido un hijo leucémico que antes de morir preguntó, quién era su papá, a lo que la madre respondió que su papá era el mismo papá de ella, su abuelo. Un drama repetitivo pero que adquiere fuerza descriptiva e impactante en la narración.
Hay dos relatos de un dramatismo conmovedor sobre un mismo tema, el aborto, llamados “Llaga uterina” e “Infanticidio”, ambos reflejan un drama humano y social, y nos presentan una situación dolorosa y urticante. No son simples descripciones. El autor penetra en el alma humana, con vocablos sencillos y directos nos revela la angustia y el dolor, esa desesperación profunda ante esta tragedia cotidiana.
De nuevo retorna en este otro libro, el Sabio, ahora el Sabio y el amor, describiendo el sentido y la esencia del amor, frente a Daniel que confiesa que tuvo la suerte de conocer el amor, su amor, el mío, gritaba apasionadamente Daniel. A lo que el Sabio respondió, preguntándole, si creía ciertamente que ese amor era de él y solo de él. Daniel replicó que sí, que podía jurarlo. A lo que el Sabio respondió, entonces, tú no eres una persona que ama, tú eres un propietario. Y no hay mayor tontería que creerse un conquistador, cuando se sufre la invasión de una conquista.
En otro de los cuentos, El Sabio y la Paz, se produce una reflexión filosófica de trascendencia universal. A una pregunta de Juan Miguel, el sabio cuestiona la libertad como una mentira piadosa, por cuanto daba miedo todos los libertadores que quisieron imponer la libertad, haciendo hincapié de que la historia la escriben los vencedores. Sobre la Paz el Sabio explica que la paz no está fuera, sino que reside en el mundo interior y que requiere ser despertada para ir con ella de mano a todas partes. Logran la paz quienes están en unión con Dios, lo que comprenden que el objetivo de la paz es lograr de manera muy efectiva la unión con el infinito y poner sus vidas al unísono con las leyes y fuerzas del universo. La paz es a menudo una guerra sin batallas. El sabio narra una batalla infernal de cientos de miles de soldados contra otros tantos, bajo los gritos de guerra y victoria. Al final fueron diezmados entre sí. Cándidas palomas con sus ramitos de olivo en los picos se posaron en la tierra, pero no hallaron ni un solo sobreviviente a quien entregar ese humilde pero universal símbolo de la Paz.
En verdad, Miguel Phipps ha logrado en estas dos entregas narrativas un equilibrio gravitante sobre la conciencia holística del lector, universaliza el drama humano integrando las sustancias más altas de la fortaleza espiritual, concierta lo trágicamente real, la putrefacción social del animal humano, y simultáneamente convoca al Sabio, a él le da la última palabra, la esencia primigenia del espíritu universal, la sabiduría infinita del ser. En un estilo directo, fluido, coloquial, sus cuentos son piezas de encanto y sensibilidad humana. Miguel Phipps sigue un proceso indetenible de consagración literaria de buen gusto y del buen escribir en estos dos libros que presenta en la noche de hoy. Los invito a leerlos, de seguro, que coincidirán conmigo en estas apreciaciones de lector crítico. Gracias Miguel, por estas nuevas ofrendas del talento y la sensibilidad social, humana y filosófica. Felicidades hermano.

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