Conviene recordar que la Ley de Partidos se mantuvo largo tiempo entrampada, en esta nueva etapa de discusiones que culminó con su aprobación tras permanecer casi dos décadas secuestrada por la indolencia de nuestros políticos, debido a las diferencias entre danilistas y leonelistas en torno a las primarias abiertas y cerradas, con lo que se puso en evidencia que el PLD no solo controla “todos los poderes” del Estado sino también el destino inmediato de la democracia dominicana, y si nos descuidamos con la reelección lo mismo podría decirse de la Constitución de la República. Se aprobó, por si no se han dado cuenta todavía, la versión de la ley que mas convenía a los intereses de un sector del partido de gobierno, al que tristemente le sirvió de pie de amigo el principal partido opositor cuando debió ser, como manda la regla de oro de la democracia, el contrapeso que impidiera que el poderoso danilismo se fortalezca aún mas. Esa torpeza es la que ha llevado a los peledeístas a proclamar, a boca llena, que la oposición es débil y que no sabe lo que quiere ni para donde va, y lamentablemente los hechos le han dado la razón. Y podrían seguírsela dando si, por puro masoquismo político, le hace el juego al PLD y su decisión de solicitarle a la Junta Central Electoral (JCE) una ampliación del plazo que dio a los partidos para que definan el método con el cual escogerán sus candidatos a cargos electivos y el padrón que utilizarán, que según lo que escuché decir a Reinaldo Pared Pérez, su vocero y Secretario General, podría ser hasta el mes de marzo del año que viene. ¿Otra vez a esperar que el PLD resuelva sus líos internos para que la democracia dominicana, y con ella el sistema de partidos, pueda dar otro paso adelante hacia la consolidación de su institucionalidad?