– Indigna y molesta porque constituye una burla a una sociedad que se siente lacerada por el desparpajo y la rapacidad de los políticos que nos gobiernan, pero que Radhamés Camacho se niegue a referirse al origen de sus riquezas no debe causar sorpresa; simple y sencillamente, no tiene forma de explicarla y mucho menos justificarla, aunque le sobran cinismo y ganas. Infructuosos resultaron ayer los esfuerzos de reporteros de El Nacional que quisieron conocer su opinión sobre los cuestionamientos a su fortuna, que según su declaración jurada asciende a 78 millones de pesos, pero un estrecho colaborador del legislador frustró esas diligencias con un escueto “no va a hablar de eso”. Y como nadie puede obligarlo, bien sea porque los peledeístas se pasan la Ley por el forro o porque controlan los organismos de fiscalización del uso de los recursos públicos, empezando por el Congreso Nacional, habrá que considerar su silencio como su “última palabra” y que siga la fiesta. El Centro Juan XXIII, que ha sido reiterativo al denunciar los incumplimientos de Camacho a lo que manda la Ley 311-14 sobre Declaración Jurada de Patrimonio, insiste en que su declaración tardía obliga a la Cámara de Cuentas a realizar una investigación por presunto enriquecimiento ilícito. Pero lo cierto es que para eso no se puede contar con sus distinguidos miembros, que no serán tan malagradecidos de morder la mano del partido que, gracias a su mayoría en la Cámara Baja, legitimó el escandaloso aumento de sueldo que se hicieron a sí mismos (entre RD$65, 000 y RD$73, 500) y que provocó gran indignación y repudio social. Y aunque no quiero caer en lo mismo que tanto le critico a nuestros políticos, debo decir aquí que tal vez tengamos que agradecerle al expresidente de la ADP su mutismo, siempre preferible a que vuelva a insultarnos con otra demostración de su infinito descaro diciéndonos que se sacó la Loto.