En el Palacio

En el Palacio

POR MANUEL JIMÉNEZ
El día le sonreía al Presidente Leonel Fernández. No era para menos. Temprano había conocido de los resultados de la encuesta Gallup-Hoy en la que una mayoría de ciudadanos evaluaba positivamente su primer año de gestión y más tarde encabezaba en el Palacio Nacional la materialización de uno de su más acariciados proyectos, la distribución de 1,350 becas a igual número de estudiantes para cursar carreras de grados, postgrados y maestrías en universidades nacionales y del extranjero.

En la mañana, después de asistir a un acto auspiciado por la Procuraduría General de la República en el edificio de la Suprema Corte de Justicia, en el Centro de los Héroes, el mandatario se mostró abierto a la prensa, sin evasivas, se puso a boca de jarro, algo que contrasta con la actitud que había mantenido en las últimas semanas de evadir el contacto con los representantes de los medios de comunicación acreditados en el Palacio Nacional.

Evadió el uso del ascensor y bajo por las escaleras desde la segunda planta. Cuando se detuvo ante el grupo de periodistas, fotógrafos y camarógrafos éstos parecieron impactados. Lo que observó allí fue literalmente un molote. Casi una veintena de cámaras fotográficas y de video se agolpaban unas contra las otras, cada operador trataba de tomar a la fuerza su mejor ángulo, en tanto que desesperados periodistas luchaban por acercar sus grabadores y micrófonos. El Presidente contempló aquel espectáculo en silencio. Movió la cabeza a uno y otro lado en señal de desaprobación. “No, así no”, fue lo único que llegó a murmurar y se decidió por retirarse. Pero ya fuera del edificio, otros reporteros volvieron a abordarle, pero esta vez se decidió por hablar. Era su intención desde el principio hacerlo, no quería desaprovechar la ocasión de comentar los resultados de la encuesta, sobre todo porque en su segunda entrega era evidentemente favorable al gobierno, en contraste con la primera, en la que una mayoría revelaba su disconformidad con la situación económica. Allí, de pie, intercambió por cinco minutos preguntas y respuestas.

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Al retornar a sus oficinas, en el Palacio Nacional, esperó aproximadamente una hora antes de subir al salón de Las Cariátides, en la tercera planta, donde las sillas no alcanzaron para sentar a los 1,350 estudiantes y familiares que acudieron a recibir sus becas. En el programa de la ceremonia, el Presidente no figuraba como orador, y de hecho, el maestro de ceremonia, Omar Liriano, había clausurado el acto, pero tuvo que retornar a los micrófonos para anunciar la intervención de Fernández. Se decidió por hablar en el último momento, y se empeñó por ser emotivo. Relató su reciente encuentro con el actor estadounidense Vin Diesel, en Casa de Campo, La Romana, narró los tropiezos que éste encontró antes de coronarse con el éxito y les ilustró rápidamente el panorama que les espera a aquellos estudiantes que viajan al exterior.

“Imagínense en España, leyendo  El País, viendo la televisión española o en los Estados Unidos con acceso a bibliotecas bien documentadas, con otra visión del mundo”, les dijo. Les auguró un retorno triunfante y con la decisión y el deseo de contribuir a lo que llamó la transformación de la República Dominicana. El Salón de Las cariátides, desde donde hablaba el jefe de Estado, estaba repleto. La Rondalla Universitaria, de la UASD, acababa de calentar la pista con interpretaciones de bachata, merengue y ballenato, pero solo los estudiantes ubicados allí parecieron disfrutar al máximo de la ceremonia.

Otro grupo, concentrado en el Salón Verde, contiguo al de las Cariátides, se quejó porque allí no funcionaba el aire acondicionado y el sonido de los altavoces era más que deficiente. Cuando concluyó la ceremonia, muchos estudiantes se agolparon en torno al Presidente para saludarle y pedirle posar para una foto.

Entre el grupo estuvo la joven Marisabel Jansen Salas, quien viaja becada a Nueva York para estudiar administración pública. Ella  no pudo más que gritarle ¡gracias Presidente!, un gesto que reflejaba la emoción del resto de sus compañeros. Al final, el Presidente se trasladó hasta el Salón de Embajadores para recibir al famoso baloncestista Dwyane Wade, de Los Miami Heat, de la NBA. Llegó hasta él haciendo un simulacro de un pase de bola en un imaginario partido de baloncesto. Allí intercambió por buen rato anécdotas y carcajadas con Wade y el secretario de Deportes, Jay Payano. No hay dudas, el martes, fue su día.

manuelj@verizon.net.do

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