La costumbre ¿hace ley?

La costumbre ¿hace ley?

Bonaparte Gautreaux Piñeyro
Cuando se estudie esta administración difícilmente otra tenga funcionarios con tal fuerza de cara que aplauden cuando ven salir el sol porque es un éxito del gobierno.

En “El Retorno de los brujos”  de Jaques Bergier y Louis Pauwels, dicen que  los nazis veían como bueno el genocidio, el afán de dominación aunque hubiera que eliminar a media humanidad.

En ocasiones algunos ven la vida a través de un taumaturgo que los hace ver con anteojos de daltónicos.

En Jamestown, Guyana, en 1978, un santón  de nombre Jim Jones llevó al suicidio a toda una comunidad. Murieron centenares.

En 1993, un grupo religioso enfrentó a las autoridades en Waco, Texas, y hubo una matazón histórica.

La revolución mexicana  produjo la matanza de la Plaza de Tlatelolco en 1968.

Hay muchos acontecimientos históricos que no me dejan mentir: la gente se vuelve loca con, en y desde el poder.

Nada más difícil que la administración del éxito, que no he visto haya sido estudiada la actitud de quien triunfa súbitamente, la de sus familiares, la de sus amigos, la de quienes están en su entorno.

Sí hay ejemplos, que sobran, de músicos, beisbolistas, artistas de cine y cantantes,  a quienes se les han subido los humos y terminan sumidos en cualquier albañal lleno de drogas, prostitución, vicios y corrupción.

Se necesita una buena zapata de educación doméstica, donde el ejemplo de los mayores haya sido de honradez, estudio, solidaridad con la familia y los amigos, amor a la Patria y a sus semejantes, para que el éxito súbito no distorsione la visión de las personas.

Llega un momento en el que el saco de la ambición se hace tan profundo, tan vasto, que no hay forma de llenarlo y entonces se recurre a cualquier actividad para obtener más y más y más bienes de fortuna.

Llega el momento de la competencia por una casa más grande, provista de muebles y enseres más caros y más llamativos, autos más vistosos, ropas y calzados de las marcas más exclusivas.

Entonces, cuando todo ese bienestar fruto de una coyuntura, de una chepa, puede desaparecer se hace cualquier cosa para mantenerlo.

Ello es lo que explica las mansiones en las playas y montañas, que haya un manejo alegre e ilegal de la Ley de Gastos Públicos.

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