A combatir la violencia escolar

A combatir la violencia escolar

El ambiente que respiran nuestros muchachos está cargado de violencia. Algunos la aprenden y padecen en sus propios hogares o en el vecindario, y todos la perciben en las calles como secuela de la inseguridad generalizada. Para colmo de males, la escuela es una especie de terreno de práctica en el que son frecuentes las peleas, el acoso sexual, el trato discriminatorio y la actitud a veces tolerante o cómplice de profesores y vigilantes.
La escuela tiene que servir para desintoxicar a nuestros muchachos de la violencia que viven a diario. La Asociación Dominicana de Profesores (ADP) ha llamado a combatir ese problema en los planteles, y el gremio debería apuntalar su llamado con iniciativas pacificadoras que comprometan la participación activa de los maestros. Al estudiante hay que inculcarle modos pacíficos de convivencia y convertirlos en agentes de cambio para sus hogares, el vecindario y la sociedad en general.
El Ministerio de Educación y la ADP deberían trabajar unificados en programas específicos y puntuales destinados a combatir la violencia de todo tipo que se manifiesta en los centros educativos. Juntos deben trabajar para producir desde las aulas cambios cualitativos en la sociedad, mediante la prédica y práctica de la convivencia pacífica como materia básica obligatoria, examinable y calificable.

Agricultura insostenible

En el Parque Nacional Valle Nuevo se practica agricultura no compatible con los criterios conservacionistas de sus condiciones ecológicas. El Bloque Municipal de Campesinos, que cultiva Valle Nuevo, alega que opera desde hace años con autorización del Ministerio de Medio Ambiente y que sus prácticas son beneficiosas. Sin embargo, el ministerio se defiende alegando que no hay una autorización escrita y formal para tal práctica, aunque es imposible que pueda negar su tolerancia.
Parece que estamos ante otra evasión de responsabilidad oficial similar a la que ha dado lugar a los graves pasivos ambientales causados con la construcción de pozos tubulares y prácticas agrícolas insostenibles en el Valle de Constanza. No solo los documentos comprometen. También el dejar hacer y dejar pasar implica culpas.

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