Un factor clave para sentirnos plenos es mantener sanas las relaciones sociales.
Todos nosotros participamos en diferentes entornos (familia, trabajo, amigos, asociaciones…) en los que compartimos vivencias y creamos vínculos.
En cada situación, desplegamos distintos roles, juntos o separados: pareja, hijo, padre/madre, amigos, vecino… Mostrarlos de forma correcta aumenta el bienestar y la protección, y tiene una importante repercusión en todo lo que hacemos.
A veces puede resultar complicado interactuar con los demás y eso nos hace sentir incómodos, bajar nuestra autoestima y distorsionar la imagen que tenemos de nosotros mismos. No vivir con plenitud estas relaciones puede deberse a pequeños errores de pensamiento, que van, poco a poco, construyéndose a lo largo de la vida, sobre una base de inseguridades y miedos, frecuentes e involuntarios.
Algunas de estas ideas son: Generalizar, interpretar precipitadamente, culpar a los demás y atribuirles la responsabilidad de lo que nos sucede; pensar que cambiaremos a los demás y enjuiciar sin saber.