A pesar de todo, hay que seguir soñando

A pesar de todo, hay que seguir soñando

Muchos sueños en la vida personal los he hecho realidad. Doy gracias a Dios por ello. El primero de esos sueños es mi familia: la pequeña y la grande y luego un sinnúmero de realizaciones personales del pasado y del presente que no es oportuno que detalle en este espacio pero por las cuales doy gracias a Dios y a los que me ayudaron a hacerlos posible.

Están batallando en el quehacer diario instituciones, entre ellas políticas, que las siento como realización de un sueño.

También han sido realizaciones para mí, algunas decisiones judiciales de las que he tomado conocimiento, actuaciones aisladas de funcionarios públicos con honestidad, valentía e independencia en algún caso concreto que he conocido; cuando leo al Dr. Andrés L. Mateo y a varios intelectuales comprometidos con los mejores intereses de esta sociedad.

Me siento realizada cuando recuerdo la lucha que hace unos muy pocos años llevó el Centro Bonó y toda la coalición Educación Digna, para que se respetara la ley que establece el 4% del PIB para la educación, logrando que se incluyera este porcentaje en el presupuesto nacional.

Fui feliz cuando supe que mi amigo el Ing. José Luis Rosario Vargas, de Bonao, ha ido superando todas las gravedades por las que ha atravesado y ganado su batalla por la vida, ejemplarizando a su familia y a sus amigos, con su optimismo, su fe y su valentía.

Si me pongo a enumerar sueños realizados sé que encontraría muchos. Sería bueno hacer ese ejercicio para continuar teniendo fe y constatar y sentir que la vida y la gente es más buena que mala.

Ahora bien, para nadie es un secreto que ya hasta soñar cuesta. No es tan fácil soñar. Lo que vemos y sentimos a diario casi nos imposibilita dormir plácidamente y hacer sueños. Sin embargo, no queda de otra. Hay que procurarlos, sino de noche, de día. Creo que sin los sueños la vida no sería posible. Me resisto a vivir sin ellos.

Sueño con una sociedad más justa. De alguna manera creo que es un sueño que muchos compartimos y colocamos en un primer plano.

Sueño con igualdad de oportunidades para todos/as.

Sueño viviendo en una República Dominicana con instituciones que funcionen.

Sueño con funcionarios públicos que más que a los políticos y a la política, sirvan al pueblo.

Sueño con un país con una mayoría actuando con ética, hablando la verdad siempre, prometiendo tan sólo lo que pueda cumplir y honrando la palabra comprometida.

Sueño con un país solidario, donde los que mucho tienen se duelan de los que no tienen nada o tienen muy poco.

Sueño con un país donde los concursos de méritos para elegir autoridades, sean reales, sin decisiones previas.

Sueño con un país con autoridades sencillas, asequibles y auténticas. Que digan lo que es y lo que sucede de manera clara y hagan lo que tienen que hacer, no poniendo en primer plano, la tan gastada y poco creíble “razón de Estado”.

Sueño con un país donde las autoridades puedan hacer y ejecutar un plan real y eficaz para la seguridad ciudadana, y que los padres y las madres no tengamos que vivir sobresaltados con cada salida de nuestros hijos.

Sueño con funcionarios honestos y probos, que no se corrompan y que no reciban como normal las llamadas “comisiones”, que son una de las más constantes y abundantes formas de corrupción.

Sueño con un país en donde sus funcionarios modelen la austeridad economizando los dineros públicos para invertirlos en obras prioritarias.

Sueño con jueces y fiscales cada vez más independientes del poder político. Que sean capaces de hacer lo que hay que hacer, tan sólo apegados a la ley y a la verdad de los hechos, obedeciendo tan sólo al dictado de su conciencia.

Sueño con que haya mucha gente dispuesta a rebelarse contra las injusticias y que no sea indiferente y resignada.

Sueño con muchos niños/as, todos/as los que habitan esta tierra, viviendo una vida digna y recibiendo una educación sana.

Sueño con infinita piedad para los enfermos. Que se destine mucho dinero del presupuesto de Salud Pública, para sus medicinas y atenciones. Que se les dé mucho amor y cuidados misericordiosos.

Sueño con tener razones de sobra para creer y que mucha gente dominicana pueda tenerlas también. Creer en lo que nos prometen, en la efectividad de lo que se hace desde arriba y en la buena fe de las acciones.

Sueño que se creen las condiciones para que la juventud tenga utopías y las persiga consistentemente.

Sueño con que no hayan periodistas y comunicadores que vendan su pluma o su voz, y que no hayan directores de diarios y programas, genuflexos al poder.

¡Qué sencillos son estos sueños! ¡Cuánto los hemos anhelado y repetido!

¡Qué poco cuesta hacerlos realidad! Basta con un sincero compromiso y corazones auténticamente comprometidos.

Las palabras y los sueños no son suficientes. Las mañas y la indiferencia y hasta la indolencia están enraizadas.

Habrá que hacer algo más que soñar.

 

 

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