Abanico pronóstico del cáncer

Abanico pronóstico del cáncer

A diario confrontamos el drama de un adulto mayor, mujer o joven, cuyos angustiados rostros muestran unos ojos de mirada ansiosa que se sincronizan con los labios para súbitamente preguntar: ¿cuáles fueron los resultados del estudio patológico? La manera y la prontitud en que se dé respuesta a la interrogante, dependerá de si es la o el propio paciente quien recoge el informe de la prueba, o de si quién lo reclama es algún familiar. Es costumbre de quien escribe comunicar siempre primero con el médico que ordena el examen anatomopatológico, informándole de la interpretación del análisis, antes de enterar al enfermo o familiares.

No todo el mundo está preparado emocionalmente para recibir el impacto de un reporte diagnóstico de cáncer. Esta palabra latina viene del término griego karkinos que significa cangrejo. Dicho crustáceo ha sido utilizado desde tiempo inmemorial como símbolo para referirse a una úlcera o llaga, de carácter maligno, que crece sin control, devorando los tejidos sanos en derredor para concluir poniéndole fin a la vida del enfermo.

De ahí el que esté arraigada en la mente de mucha gente la distorsionada creencia de que un diagnóstico de malignidad implica una sentencia de muerte a corto plazo. Los enormes avances en la investigación científica obligan a redefinir el concepto original de neoplasia maligna.

Ya sabemos que hay todo un arco iris variado de tumores que se organizan y crecen de forma desordenada y descontrolada. Sin embargo, no todos resultan ser fatales, por lo que el pronóstico varía en grado tal que uno se cuestiona si debieran llevar la misma denominación. Tenemos el ejemplo del carcinoma basocelular de la cara, bastante frecuente en adultos de tez clara, el cual prolifera localmente, resultando muy raro el que se extienda a órganos distantes.

En el otro extremo tenemos el melanocarcinoma, neoplasia pigmentada, muy agresiva, que en corto tiempo se disemina por todo el cuerpo, resultando fatal en un alto porcentaje de los casos. De modo que para conocer la real naturaleza, comportamiento, manejo terapéutico y pronóstico de una tumoración, se requiere hoy día de toda una serie de estudios e indicadores que permiten individualizar la entidad.

Se necesita ponerle todos los apellidos al cáncer, las mutaciones presentes en el tumor, saber cuánto se ha expandido la lesión, su grado de malignidad, así como las condiciones físicas e inmunológicas del paciente. Hay determinados tipos de cánceres de la sangre o leucemia para las que ya existe quimioterapia curativa.

Tenemos carcinomas y tumores malignos de tejidos blandos que descubiertos tempranamente son curables mediante la cirugía. Algunos son tratados por medio de la radioterapia, en tanto que existen otros que se benefician de un manejo combinado. Hay cánceres comunes evitables, verbigracia el del cuello uterino, producido por el virus del papiloma humano, para el que contamos con una vacuna.

Muchos tumores de vías aerodigestivas y de pulmón tendrían una reducción marcada en su incidencia si la gente dejara de fumar.

El chequeo médico programado, permite detectar a tiempo las neoplasias de mama, gastrointestinal y prostática, ofreciendo una probabilidad de cura nunca antes imaginada.

Cada día siguen aumentando la cantidad y la calidad de vida en pacientes que antes eran marcados con el ominoso signo de cáncer.

 

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