¿Acaso no hay límites?

¿Acaso no hay límites?

José Tiberio Castellanos me dijo en 1965 que para el año dos mil, al paso que íbamos, seríamos dominados por los haitianos. Tiberio es un hombre reflexivo, de hablar lento pero certero, buen escritor.

Sostuvimos la conversación una tarde de 1965-66 en el local de Radio Comercial y luego de un intercambio de ideas sobre el futuro de nuestro país y sus relaciones con Haití, me repitió, de manera premonitoria: para el dos mil, los haitianos nos dominarán, nunca han abandonado la idea de que la isla es una e indivisible, sentenció.

Con frecuencia leo algunos de sus artículos que no sé quién me hace llegar. Siempre cuidadoso, caballeroso, interesante. Ojalá que alguien le haga llegar este artículo porque pienso que nobleza obliga y él pudo ver 35 años más allá, lo que estamos padeciendo hoy.

¿Acaso piensa usted que es poca cosa que en menos de 30 días ciudadanos haitianos, en Haití y en República Dominicana hayan asaltado y ocupado en la frontera dos veces consulados dominicanos, que hayan arriado la Bandera Nacional y que las autoridades dominicanas introduzcan sus lenguas donde no les caben?

Cuando mis primeros nietos eran párvulos, mi hijo mayor los vio hacer una travesura que él les había corregido para que no repitieran y antes de llamarles la atención me dijo: están tentando los límites a ver hasta dónde pueden llegar.

El primer acto de irrespeto mayúsculo contra la Bandera Nacional ocurrió el año pasado en Semana Santa, la sanción que mereció el irreverente que arrojó nuestro primer estandarte y bailó ga-ga sobre ella, fue de 30 días. ¡Carajo!

Luego vinieron los asaltos a los consulados y después un haitiano borracho hizo lo que quiso con la Bandera Nacional. A todo esto, nuestras autoridades tienen miedo no se sabe de qué. Tienen tanto miedo las autoridades que debían representarnos, que le aguantan a los haitianos lo que quieran hacer, violando todo lo que le viene en ganas sin que haya una sanción ejemplarizadora

Esa actitud de nuestras autoridades de dejar hacer, dejar pasar, indica que quien gobierna en materia de relaciones con Haití, las exteriores y las interiores, son los países que fuerzan para que la isla tenga un sólo gobierno, que muchos ricos dominicanos piensan que son los llamados a ejercer: los ricachos, los zares y los haitianos los siervos de la gleba. Ese no parece ser el pensamiento de los haitianos.

Muchos recuerdan el enojo de los norteamericanos cuando en distintos lugares del mundo manifestantes que protestaban contra políticas abusivas del gobierno de Estados Unidos quemaban la bandera americana.

¿Permitiremos que la blandenguería oficial estimule a los haitianos a seguir tentando los límites? ¿Acaso no hay límites?

 

Publicaciones Relacionadas

Más leídas