Acerca de la selección y la premiación

Acerca de la selección y la premiación

Si pidieran situar esta edición de la Bienal Nacional, podría definirse como una serie de contradicciones y de resultados finalmente negativos, dentro de las mejores intenciones.

Enunciaremos algunas de estas realidades, esperadas o previsibles para unos, sorprendentes y engorrosas para otros. Una labor muy sincera y enjundiosa de organización ha precedido a la convocatoria, y los efectos de tanto trabajo, de tantas reuniones, de tanto entusiasmo, no han correspondido a aquella minuciosa revisión del concurso y de sus bases. La causa mayor de la consulta y las conclusiones de un foro bienvenido concernían esencialmente a la discriminación de la pintura y de otras expresiones ancladas en la tradición de nuestras artes visuales: sin embargo estas categorías han confrontado la misma suerte, o peor aun.

Si se ha retornado a la designación y competencia de dos jurados, o sea seis expertos para garantizar mayor ecuanimidad y justicia en las dos etapas de apreciación, ni la selección –muy tolerante– ni la premiación –muy desconcertante– han sido acogidas con beneplácito por el medio artístico ni el público en general.

Se ha querido evitar la improvisación y la novelería, teniendo en cuenta a la vez experiencia y experimentación, pero con frecuencia artistas emergentes de conceptualización limitada y poca creatividad se admitieron, y otros participantes, más interesantes y consistentes, probablemente se habrán descartado. Se quería también prevenir los excesos bochornosos de todos tipos, pero están presentes obras rebosantes de trivialidad y hasta repulsivas, no más… Aunque sean muy pocas, felizmente, imprimen su sello.
Con sobrada razón para una bienal oficial, se aspiró a moderar una radicalización contemporánea, considerada elitista y excluyente, pero contrariamente a la anhelada democratización y a decisiones equilibradas, una buena parte de autores y obras presentados llegan a evocar una involución y el periodo de los ochenta en el siglo pasado, pero no siempre –los tiempos han cambiado– encontramos la originalidad, la convicción, el compromiso que caracterizaron a aquella generación fundamental para el dinamismo de la plástica nacional. Nuevamente la pintura ha sido la gran perdedora, y habrá que repensar la Bienal para que ella responda a sus propósitos de diagnóstico, estímulo e información, en lugar de sembrar la confusión y mal valorar la actualidad, principalmente en el arte joven y sus perspectivas.

Ha habido una participación nacional muy abundante, es la vertiente más positiva, pero el criterio cuantitativo no basta.
De no premiados. En cuanto a la premiación, que se esperaba reivindicadora, en y para la historia del arte y de las bienales nacionales, esta ha sido tan cuestionable y cuestionada, como los galardones otorgados por los jueces del 2013 aunque con lineamientos contrarios, salvo en la Instalación y el Gran Premio.

Sobre todo en la pintura pero igualmente en la escultura, el dibujo y la fotografía, obras sobresalientes no han sido consideradas, como queriendo evitar el reconocimiento justo a artistas dominicanos de prestigio y a piezas sobresalientes en un conjunto sin revelaciones.

Es comprensible que, en circunstancias de disidencia e inconformidad, se haya evitado declarar categorías desiertas –a pesar de su previsión en el reglamento–, pero la cerámica en particular ha sido pobre –no podemos opinar respecto a la “performance”–, y, de hecho, el retorno a la premiación por categoría no ha sido concluyente. Artistas y participaciones de alto nivel –dentro de las tendencias conservadoras adoptadas– no han obtenido las distinciones que sus obras merecían, y las menciones, ahora muy escasas, fortalecen la impresión de arbitrariedad.

Citaremos en pintura los cuadros de Aquiles Azar Billini, Rosalba Hernández, Jesús Desangles, Dustin Muñoz, Iris Pérez, aun Rafael de Lemos y Elvis Avilés. En escultura, las obras impactantes de Johnny Bonnelly y Limber Vilorio no se valoraron. En cuanto a la fotografía, las imágenes excelentes de José García Cordero y de Polibio Díaz tampoco se premiaron.

Fuera del Gran Premio, una sola fuerte personalidad triunfó, Martin López, en el renglón de video. Más comentarios se imponen…

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