Acerca del concepto de justicia social en la obra literaria de Juan Bosch

Acerca del concepto de justicia social en la obra literaria de Juan Bosch

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11. Al ser un sujeto que transforma las ideologías de época a través del ritmo de su escritura, el escritor es mal visto, marginado, encarcelado o internado en el manicomio, porque sin esas ideologías el sistema social de dominación de cualquier sociedad no se sostiene. De ahí la difícil aceptación del escribiente o del escritor por parte de la sociedad, la cual, a través de sus instituciones, intenta siempre reducirle a «… un puro espectáculo» cuando lo que emana de su trabajo no es asimilado como valor positivo, como producto que se compra y se vende en el mercado. Entonces la radio, la televisión y la prensa entran aquí en juego para presentar a ese escritor como liberal o folklórico o como una justificación de que tal sociedad puede alumbrar excepciones.
12. En la dictadura trujillista, los intelectuales del partido del signo intentaron reducir a Bosch al “cuentista del cuento”, es decir, al mentiroso y embaucador (Tomás Hernández Franco. Ciudad Trujillo: Ed. La Nación, 1944). Luego de regresar del exilio en octubre de 1961, los mismos oligarcas y sus intelectuales del partido del signo intentaron reducir a Bosch al mentiroso de Hernández Franco (entre ellos, Antonio Fernández Spencer, quien antes y después de las elecciones de diciembre de 1962, durante y después de la guerra patria de 1965, repitió en la radio y la prensa escrita, así como en privado, el mismo infundio del autor de “Yelidá). El frente oligárquico y la organización paramilitar terrorista La Mano quisieron reducir en 1970 a Bosch a la imagen del criminal (véase el volante que ilustra esta crónica); y, finalmente en 1990, intentaron reducir a Bosch a la locura (Vincho Castillo).
13. ¿Cuál es la razón de estos ataques bestiales en contra de Bosch? Roland Barthes señala que cuando la “buena” sociedad o la clase dominante perteneciente al partido del signo no logra distanciarse del sentido transformador de las ideologías o del informativo-ideológico de época, solo le queda acusar al escritor de tratar en sus libros temas inmorales o demoníacos, después de lo cual le acusa de loco. En una segunda instancia, cuando esa “buena” sociedad no logra controlar o neutralizar ese tipo de sentido transformador de las obras literarias o informativo-ideológicas, entonces las censura porque representan un “relajamiento de las costumbres o porque son el “trabajo de minorías o élites resentidas socialmente”. O, simplemente, cuando el escritor cambia esas ideologías que sostienen el poder de las clases dominantes, este se ve acusado de atentar contra la unidad de la familia, introducir la lucha de clases en una sociedad que no conocía esos conflictos o de querer instaurar el comunismo ateo y disociador.
§ 14. Para el frente oligárquico y sus intelectuales del partido del signo, Juan Bosch califica en las dos categorías (escribiente y escritor). Porque, último cuento que da título al libro “Camino real” (1933), “Camino real” y sus otros cuentos con valor artístico desmontaron la ideología que el frente oligárquico le había impuesto a nuestra sociedad como visión única, verdadera y total acerca del campesino dominicano como haragán, borrachón, jugador, mujeriego, displicente, vicioso y mil descalificaciones más. Esta teoría había sido tallada esmeradamente por el darwinismo social de José Ramón López, hombre adorado por los intelectuales del frente oligárquico desde que publicó “La alimentación y las razas” en 1898. Y en 1935, en el “Listín Diario”, la había repetido en infinidad de artículos con visos de cientificidad el eminente médico Francisco Moscoso Puello. En un libro, “Cartas a Evelina”, recogió aquellos artículos (Ciudad Trujillo: Montalvo, 1941). Todavía hoy ese darwinismo social tiene epígonos, sobre todo a través del sesgo del antihaitianismo. La descalificación y la discriminación racial del negro haitiano por Peña Batlle y sus secuaces se nos pega, de refilón, a los negros y mulatos dominicanos. El negro dominicano la reproduce cuando, defensivamente, afirma: “Yo soy negro, pero no haitiano”, mantra que le ha sido transmitido por la oralidad darwinista. Juan Bosch situó en 1943 esa ideología racista antihaitiana de Incháustegui Cabral, Rodríguez Demorizi, Marrero Aristy, Peña Batlle y sus secuaces y, al hacerlo en “Para la historia. Dos cartas” (Santiago: Ed. El Diario, 1943) y su correlato ficcional “Luis Pie” (revista “Carteles”, La Habana, 1943), situaba también la práctica y la teoría del etnocentrismo, el eurocentrismo y el bovarismo dominicanos.
§ 15. Bosch califica con su novela “La Mañosa” (1935) en la segunda categoría bathesiana (la de escritor), porque en esa obra demuestra que las causas profundas e inconscientes de las llamadas “revoluciones” montoneras eran el resultado de la lucha de clases entre dos fracciones de la pequeña burguesía dominicana por apoderarse del Estado para acumular poder y riquezas y que esta lucha estéril, aunque histórica, había sido la responsable del clientelismo y el patrimonialismo que impidieron la creación de un Estado nacional en nuestro país. Esto lo demostró primero que Bosch, Américo Lugo, quien sacó a flote en 1915-16 la teoría, no rebatida todavía hoy, de que la República Dominicana no ha podido construir un Estado nacional debido a la falta de cultura política, de cultura nacional y de falta de unidad personal del pueblo dominicano. Al no existir ese Estado nacional, desde finales del siglo XIX hasta hoy, el grupo oligárquico ha controlado el Estado autoritario y administrativo fundado por Pedro Santana, único lugar de la acumulación originaria. El modelo clientelista y patrimonialista pudo establecerse y campear hasta el día de hoy debido a las referidas faltas de conciencia política, conciencia nacional y unidad personal de los sujetos que conforman las clases sociales dominicanas, razón por la que Lugo afirmó categóricamente que el pueblo dominicano no había podido constituirse en nación ni construir un Estado verdadero a semejanza del de los Estados Unidos de Norteamérica y otros países de Europa occidental.
§ 16. Franklin Mieses Burgos, poeta, y tenía que venir de un poeta la segunda transformación de la ideología eurocéntrica de José Ramón López, Moscoso Puello, Incháustegui Cabral, Rodríguez Demorizi, Marrero Aristy, Peña Batlle y sus secuaces, según la cual la mala alimentación de los campesinos dominicanos, el factor racial africano, el mulataje, el clima y otros factores del darwinismo social no podían ser entes de civilización y progreso para nuestro país. Es en el poema “Paisaje con un merengue al fondo”, de 1943, donde Mieses Burgos desmantela el mito del campesino haragán, raquítico, vicioso, jugador, mujeriego, ladino, traidor, sin fe ni lealtad a nada ni a nadie y le encumbra, con su machete, a la dignidad de hacedor de la historia dominicana.
§ 17. Los riquitos y pueblistas del frente oligárquico miraron desde el casco colonial las guerras contra los franceses, Haití y España; desde los salones del Club Unión y el Centro de Recreo de Santiago la primera intervención militar norteamericana de 1916-24; desde las galerías de las residencias de Naco y Piantini la guerra patria de abril de 1965 contra la segunda intervención yanqui a nuestro país; y, desde el extranjero con su estampida a las islas del Caribe, Tierra Firme o los Estados Unidos durante la ocupación francesa, las invasiones de Toussaint y Dessalines y las desocupaciones yanquis. Después del triunfo contra los ocupantes franceses, haitianos y norteamericanos, esas clases oligárquicas regresaron al país a reclamar lo suyo, contrariando el apotegma de José Martí que considera un deshonor reclamar parte en la victoria a la que no se ha contribuido (Continuará).

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