Acíbar y realidad

Acíbar y realidad

El cuento era difícil. Ya no hay hadas ni duendes. Tampoco brujas. Es la realidad monda y lironda. La imposibilidad de respetar o de apostar por el cambio, por la renovación de una entidad, otrora símbolo. Es el pleito. La tradición que arrebata e insulta, descalifica y ofende, para luego acudir al abrazo artero y a la repartición, a la condonación de deudas e infracciones. Pretender originalidad es desconocer.

Cuando el proceder autoritario del ya olvidado Pedro de Jesús Candelier provocaba las consabidas jaculatorias de los taimados, una encuesta le concedió el 58% de aprobación a sus desmanes. Detrás de la actuación de aquel hombre primitivo, como lo calificó Balaguer, se escudaban los arrebatos de mandamás sempiternos. Él era único. Como si ningún decreto lo hubiera validado. Ocurre con Vargas Maldonado. Es el inesperado dios del mal. Sale del averno para hacer daño. Opinantes circunstanciales omiten que ingresó al partido en el año 1976, fue miembro de la Comisión Política y del Comité Ejecutivo Nacional, Secretario de Finanzas y vicepresidente del partido, miembro del Presidium. Director de la CAASD-1982-86, precandidato a síndico, Secretario de Obras Públicas-2000-2004.

Ganó con un 80%, la convención del PRD, en al año 2007. Fue el candidato de su partido para enfrentar a Leonel Fernández en el 2008. En el 2009 consiguió 244 votos de la Comisión Política- 312 miembros- y asume la presidencia del partido. No es advenedizo. Ha sido validado por su partido. Atribuirle responsabilidad única es un desacierto.

La convención del 20 de julio demuestra que cambian los tiempos pero el estilo permanece y las consecuencias también. Porque ya no hay líder que enardezca o amaine la tormenta. No hay mentor que pacifique. Tampoco buenos y malos. No se trata de la ilusión, de cumpliré los sueños. Después del malhadado inicio del PRD en el poder, aquel gobierno sietemesino de transformación y logros, de apego a los cánones de la democracia desconocida, cantaron otros gallos. Tres períodos de gobierno, lejos del triunfo de Bosch, demuestran que administrar la cosa pública no es quimera. Ahora se intentaba organizar el partido para volver a Palacio o para compartir pedazos del erario. El desarrollo del proceso ensombrece el resultado. Las infracciones cometidas, invalidan la convención del PRD.

Un partido es la asociación de personas que persigue el poder. Remitir a las lecturas de Maurice Duverger no es urgente. Aquí y acullá el partido tiene el talante de época. Es trampolín. Simpatizantes, militantes, cotizantes, desconocen estatutos y les importa poco la ignorancia. La discusión no es ideológica, es financiera. La retórica mendaz para la masa que ratifica y legitima con el voto. La agrupación de personas que conforma un partido político, en ocasiones, está más cerca de la asociación descrita en el artículo 265 del Código Penal que de cualquier otra entidad. Los partidos deben parecer, aunque no sean.

Contra viento y marea, el PRD decidió celebrar su convención para elegir a la persona que presidirá el partido. El resultado puede describirse citando a Felipe González, líder del PSOE, cuando fue derrotado- 1996- por Aznar. El presidente del gobierno español expresó: «Nunca hubo una victoria tan amarga ni una derrota tan dulce». Desde el principio se dijo que Gómez Mazara, perdiendo ganaba. Así ha sido. Ahora el consultor jurídico del Poder Ejecutivo durante el gobierno presidido por Hipólito Mejía, es redimido. Renace. Comienza una vida política nueva. Nadie le imputará falta. Tiene una tarea pendiente y el tesón suficiente para realizarla. Conoce el partido, los hilos del poder, los vaivenes de los grupos corporativos. Sabe que hay algo más que la emoción y es difícil cantar, como antes, aquello de “que esa niebla que a ti te rodea, y ensombrece tu dicha y tu vida se disipe al instante vencida, por la fuerza y la luz de la idea”. Parece surfista y de los buenos. Aprovecha la ola y mira la playa. Tiene tiempo.

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