Agentes químicos cercan tu salud: ¿cómo evitarlo?

Agentes químicos cercan tu salud: ¿cómo evitarlo?

La Organización Mundial de la Salud (OMS) habla en su página web de al menos diez agentes que constituyen una “preocupación para la salud pública” y cita, entre otros, el amianto, el cadmio, las dioxinas como los policlorobifenilos, el mercurio, los plaguicidas o el plomo.

Hay además sustancias químicas que se comportan como un pertubardor o disruptor endocrino alterando el sistema hormonal de las personas con el consiguiente riesgo para su salud.

Según la Fundación Vivo Sano, la investigación científica ha relacionado los disruptores endocrinos con un amplio abanico de enfermedades que afectan a la salud reproductiva femenina: pubertad precoz, cáncer de mama, disminución de la fecundidad/fertilidad; también a la masculina: malformaciones en genitales de bebés, disminución de la calidad del semen, cáncer de testículo y próstata.

Asimismo pueden provocar trastornos del metabolismo: obesidad y diabetes; problemas cardiovasculares o alteraciones y enfermedades neurológicas: perturbaciones del desarrollo neurológico y alteraciones conductuales, como Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDHA), autismo, y enfermedades neurodegenerativas como párkinson.

Se trata, afirma esta fundación en su página web, de una “contaminación invisible”, que todos sufrimos de manera involuntaria y nuestro entorno “está lleno de disruptores endocrinos: nos rodean en la calle, el trabajo, la escuela, la casa…se encuentran en alimentos, productos de higiene personal, de limpieza, insecticidas, ambientadores, construcción, decoración…”.

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La medicina ambiental trata de dar respuesta a esta realidad. Según la doctora Pilar Muñoz-Calero son enfermedades multicausales, “pero entre las que se pueden considerar dentro del abanico de enfermedades ambientales destaca la sensibilidad química múltiple, la fibromialgia, el autismo, la hiperactividad, el déficit de atención, las enfermedades autoinmunes, el alzheimer, el parkinson, incluso el cáncer…”

Especializada en pediatría, neonatología, estomatología y adicciones, Muñoz-Calero sabe muy bien de lo que habla porque ella misma ha padecido sensibilidad química múltiple y estuvo muy enferma. Desde 2009, es presidenta y directora de la consulta de medicina ambiental de la Fundación Alborada.

Indica que son muchos los agentes químicos que pueden resultar dañinos, como los parabenos o el butilhidroxianisol (BHA) , usados como conservantes en los cosméticos; los ftalatos, que se pueden encontrar en productos de uñas, en perfumes y champús; o los compuestos orgánicos volátiles (COVS) que se utilizan en disolventes y “en otros muchos productos con los que estamos en contacto de forma cotidiana”.

Evitar los agentes químicos de los productos de limpieza, aseo personal, y comida procesada, forma parte de su terapia. Ahora, afirma, ya se pueden encontrar cosméticos y cremas naturales, y para la limpieza sirve el bicarbonato, el limón o el vinagre.

En cuanto a la comida, recomienda evitar los alimentos procesados y comer productos ecológicos.

Hay otros agentes dañinos, defiende, que se deberían descartar, como el PFOAS, un químico que llevan las sartenes antiadherentes que emite vapores tóxicos. También es muy peligroso el formaldehido, que se encuentra en muchos muebles aglomerados, y, a veces, en la ropa nueva.
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Agentes químicos

Las HEAL, organización europea sin ánimo de lucro formada por representantes del ámbito sanitario, colectivos de cáncer y asma, grupos de mujeres y jóvenes, científicos, ONG e instituciones de investigación en salud pública, publicó en 2014 una lista de los disruptores endocrinos y sus efectos sobre la salud.

 Aquí algunos:

Bisfenol A (BPA): forma parte del plástico de policarbonato y resinas epoxi. El policarbonato se encuentra en cientos de objetos de uso diario, como gafas, ordenadores, envases de alimentos y platos.

Las resinas epoxy se utilizan como conservantes alimentarios, revestimiento interior de latas, frascos y tapones, tuberías de agua y cubas de vino. También se usa en el papel térmico de los tiques de compra de los supermercados.

“Los investigadores – afirma HEAL- asocian la exposición a BPA con cáncer de mama y de próstata, trastornos metabólicos (diabetes, obesidad), riesgo cardiovascular, problemas reproductivos y trastornos neurológicos y del comportamiento.

(En relación a esta sustancia la Agencia de Seguridad Alimentaria de la UE (EFSA, en sus siglas en inglés) concluyó en 2015 que no presenta riesgos para consumidores de todas las edades si no se exceden los 4 microgramos por kilo de peso corporal al día. Unilateralmente, Francia resolvió prohibirlo)

Algunos ftalatos: aditivos plastificantes que se encuentran sobre todo en el policloruro de vinilo flexible (PVC) (empleado en suelos, tubos médicos para goteos, zapatos y dispositivos electrónicos), los agentes texturizantes, solventes y fijadores, fragancias en cosméticos y perfumes.

Algunos ftalatos, por ejemplo, DEHP, DBP y BBP, están clasificados en Europa como tóxicos para la reproducción y tienen la capacidad de provocar disrupción endocrina, que puede causar defectos de nacimiento, daño a la reproducción, daño en los órganos, obesidad, pubertad temprana o cáncer de mama o de testículos.

(De acuerdo con ecologistas en acción, una mayoría cualificada de estados miembros de la Unión Europea ha reconocido que los ftalatos DEHP (Dietilhexilftalato), DIBP (diisobutilftalato), DBP (dibutilftalato) and BBP (bencilbutilftalato) son disruptores endocrinos para humanos, por lo que serán incluidos como agentes muy preocupantes en la lista de candidatos de la Regulación Europea de sustancias químicas -REACH.)

Parabenos: propil y butilparabeno son conservantes empleados en productos de cuidado personal o como conservantes alimentarios. El propilparabeno tiene propiedades estrogénicas y anti-andrógenas, habiéndose demostrado que disminuye la producción de esperma en ratas macho.

Según la misma fuente, el butilparabeno muestra una actividad estrogénica “más fuerte que la del propilparabeno y tiene efectos también sobre las hormonas tiroideas; afecta a la cantidad y movilidad de esperma y al metabolismo de grasas”.

Filtros ultravioletas (UV): distintos filtros ultravioletas empleados en bronceadores y otros cosméticos, como los compuestos de la oxibenzona (también conocida como benzofenona) y derivados de cánfor, pueden provocar disrupción endocrina y afectar a la reproducción de la descendencia de ratas macho expuestas.

(En 2013, entró en vigor una normativa sobre los cosméticos comercializados en la Unión Europea (UE), para “una mayor protección a los consumidores y una información más clara” sobre los 350.000 cosméticos y que iban desde los productos de uso diario como la pasta de dientes, hasta el maquillaje o loción de afeitar.

Entre las novedades destacaba la obligación de exigir un control específico sobre los productos que la Comisión Europea sospechara pudieran contener materiales insolubles o biopersistentes (nanomateriales), empleados sobre todo en los protectores solares o los productos capilares.)

Compuestos perfluorados (PFOA, PFOS): familia de polímeros halogenados empleados para utensilios de cocina antiadherentes (p.ej., sartenes); textiles y productos que han sido tratados para resistir las manchas; embalajes; y cosméticos. Un estudio danés publicado en 2009 los vincula con un descenso del recuento del esperma en hombres.

Refiere la HEAL que la fabricación y el empleo de productos químicos ha aumentado enormemente durante los últimos 40 años, al igual que lo han hecho sus niveles en nuestro cuerpo, y que la “quimización” de nuestras vidas ha urgido a una mayor vigilancia por parte de los responsables políticos e instituciones reguladoras de los riesgos potenciales de ciertas sustancias, incluyendo alguna acción reguladora limitada sobre los EDCs.

Pero aclaran que la UE ha recurrido en el pasado, y aún lo hace, al principio de precaución como algo básico para proteger la salud humana o el ambiente cuando la evidencia existente de daño es preocupante pero no absolutamente concluyente.

Por ejemplo, en 1999 se prohibió el uso de ciertos ftalatos en juguetes blandos de PVC y artículos para el cuidado infantil pensados para que los niños menores de 3 años se los lleven a la boca. En 2009, se revisó la ley para incluir más agentes químicos.

También la legislación de la UE ha prohibido el uso del Bisfenol A (BPA) en biberones de plástico para bebés desde 2011, y algunos países de la UE como Austria, Bélgica, Dinamarca, Suecia y Francia han adoptado medidas adicionales a nivel nacional, por ejemplo, sobre el empleo de BPA en materiales que entran en contacto con los alimentos o sobre otras sustancias.

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