Aisha y Darwin en memorable concierto

Aisha y Darwin en memorable concierto

El entrañable recinto de la cuatro veces centenaria iglesia conventual de Regina Angelorum, de la Ciudad Colonial, dio albergue a un memorable concierto a cargo de la reconocida violinista dominicana Aisha Syed, acompañada por la Orquesta de Cuerdas de la Joven Filarmónica de la República Dominicana, bajo la dirección de Darwin Aquino. Uno de los mayores aciertos de esta X versión del Festival Musical de Santo Domingo, es el hecho de haber abierto su frontera, más allá del Teatro Nacional, desplazándose a dos templos coloniales, escenarios idóneos para la presentación de tres conciertos en los que se les dio oportunidad al joven talento de nuestro país.

Esta espléndida noche musical, -segundo concierto en la Zona y cuarto del Festival- contó con un atractivo programa presentado con criterio, en cuanto a la alternancia de las piezas, que incluyó música de tres compositores, inspirados en el mismo tema esencial, las “Cuatro Estaciones”. Pasando en forma alternativa, del barroco con Antonio Vivaldi al modernismo de Astor Piazzolla y entre ambos, la Suite “Entre Estaciones” del compositor contemporáneo, Jaakko Kuusisto.

Pero el éxito del concierto, no dependió solo de la genialidad de las obras, sino de la forma en que fueron interpretadas y aquí se aúnan tres elementos esenciales, una solista excelente, la violinista Aisha Syed, una orquesta de cuerdas que nos impresionó por su juventud y la calidad de sus integrantes, y la batuta certera y pasional de Darwin Aquino.

“La Primavera” de Vivaldi con su tema Allegro inicia con el solista, luego junto al tutti, saludan la llegada de la estación siempre esperada. El “Canto de los pájaros” con sus trinos y gorjeos, es una melodía tierna expuesta por un trío de violines. En un segundo tema el violín sugiere la intermitente luz del relámpago, uno de los pasajes más hermosos y virtuosísticos, con los que Aisha muestra su depurada técnica. “La Primavera” termina con una “Danza pastoril”, inspirada en sonetos del propio compositor: Al son festivo de pastoril zampoña/ danzan ninfas y pastores en el solar amado/que esplende el renacer de Primavera.

El “Verano” inicia con un movimiento lánguido, cada tema es un canto a la naturaleza, a la vida pastoril. “Otoño” llega con un festivo movimiento “Baile y canto de campesinos”.

El violín es la fiesta misma, el bacanal propicia cambios rítmicos en el solista y la orquesta. Con la llegada del “Invierno” el violín se impregna de dramatismo, imita el canto silbante del viento, es la lucha del hombre contra los elementos, una pieza musical de belleza indescriptible, una oportunidad para todo violinista, que Aisha asume magistralmente.

Extrapolando tiempo y espacio, Las Estaciones porteñas de Piazzolla, inspiradas en las de Vivaldi, tanto en la exaltación de la naturaleza, como en el virtuosismo, contienen un sentimiento de nostalgia que originalmente transmite el bandoneón, en este caso el violín, logrando Aisha momentos verdaderamente exquisitos. Merecen mención especial, el chelista Juan Pablo Polanco y el concertino Usman Peguero.

Alternando, entre Vivaldi y Piazzolla, “Entre Estaciones” de Jaakko Kuusisto, da un giro al concierto, la orquesta muestra su versatilidad, destaca la participación de la profesora María de Fátima Geraldes, cuerdas y clave en sintonía perfecta, son pautadas con la precisión de un artífice por Darwin Aquino.

El público que ocupaba la nave central de la iglesia, aplaudió conmovido, tuve la sensación en ese momento, de que esas dos grandes poetizas nuestras, Leonor de Ovando y Elvira de Mendoza, cuyos apostolados ejercieron desde esta Regina Angelorum, nos acompañaban complacidas desde sus transparencias, disfrutando de una noche especial.

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