Al sabor y calor de la Feria del Mango

Al sabor y calor de la Feria del Mango

La Feria del Mango en su versión 14 acarrea el compás de la alegría de consumir la más atractiva y apetitosa fruta del campo banilejo. Era, en esta época de verano, cuando alcanzaba en el pasado su máxima producción. Ahora la producción de mango casi no tiene interrupción y cientos de embarques salen periódicamente de los puertos aéreos dominicanos para llevar la fruta a los mercados de ultramar.
Junio es época de vacaciones escolares. Por tanto era tiempo del maroteo en las fincas con sus matas de mango preñadas de la sabrosa fruta en flor, en las propiedades aledañas a la ciudad de Baní. Los diversos tipos de mangos eran el objetivo de las generaciones de jóvenes, desde la década del 40 a la del 60 del siglo pasado, que aguardaban las vacaciones escolares para incursionar en los campos del derredor del pueblo. Así se saciaba ese exigente apetito de la edad para alimentarlo y disfrutar de una sabrosa fruta.
Para esa época había pocas variedades de la fruta. Tan solo los mangos fabricó, ñagá, marcelo, mameyitos, rosas o banilejos eran los de mayor aceptación. Todavía el mango no tenía la connotación popular y demanda en un mercado nacional inexistente y mucho menos pensar en ofertarlo en el extranjero. Era una siembra artesanal de poco arraigo y se dedicada al consumo doméstico en tiempo de la cosecha de verano y no trascendía las costas dominicanas. Haití exportaba mas mangos que los dominicanos en una determinada época de 1970.
Los banilejos, con lo tormentoso de la época que nos tocaba vivir bajo una férrea dictadura, estábamos al margen de las oportunidades que podía brindar un mercado del mango. Este sería cosechado en una tierra con las características adecuadas para su producción. Vivían a espaldas de la riqueza del mango en su tierra. Tan solo se disfrutaba el maroteo con un baño en el verano canicular tropical a orillas del canal Marco A. Cabral o en algún charco del río Baní cuando tenía agua en su lecho. La insolvencia por la atención a otros asuntos cívicos iba desapareciendo a medida que se avanzaba en la edad. Entonces iba surgiendo la responsabilidad en una adolescencia enmarcada en el disfrute de los mangos del verano banilejo, al tanto que nos dábamos cuenta del engrilletado en el cual vivían nuestras libertades.
Ya con la llegada del siglo XXI los banilejos se habían convertido en exitosos hombres del campo. Era que habían desarrollado la cría del ganado tabulado con una excelente producción de leche. El cultivo del café se adecuaba a los tiempos. Se afianzó lo atractivo que sería el desarrollo del cultivo del mango a nivel comercial.
Era en tierras servidas por un buen sistema de riego por el canal Marco A. Cabral o de pozos particulares, de manera que la tierra con los minerales adecuados para el cultivo del mango sería excelente receptora de ese cultivo. Y así fue hasta llegar al momento que ya la producción de poder ofertar a otros clientes del exterior iniciando las exportaciones. Esto fue con una unión de los esfuerzos que no solo se concentraban en Baní como la zona de mayor producción del mango. También otras provincias ofertaban su producción para integrarse en un mercado que ya demandaba más de cien mil tareas cultivadas, concentrándose en Baní un 85% del cultivo.
No hay dudas que el clúster del mango, organizador de las ferias del mango, constituyó una sabia medida comercial que permite a la ciudadanía darse cuenta del progreso logrado por la enorme variedad de las ofertas de mangos de distintas características. En la variedad de mangos que se han incorporado al negocio en donde se destaca la variedad Keith con un 66% de la producción. Otras variedades buscadas por los consumidores extranjeros son las del mingolo, el grano de oro y el banilejo.
Los integrantes del clúster del mango tienen un gran desafío por delante. Y el éxito de esta feria así lo confirma por la presencia del público, entre ellos los que buscan nuevas oportunidades de negocios. No es solo consolidar la participación del mango dominicano en el exterior, sino consolidar la demanda en el gusto de los consumidores extranjeros. Se debe afianzar el producto ofertado bien presentado, empacado e inspeccionado. Que no desencante a los importadores mayoritarios. Y más luego a los consumidores extranjeros para que el mismo no sea rechazado. Se sabe que el mango es muy delicado en su proceso de maduración para que su llegada al mercado final mantenga la golosidad del consumidor, atraído por un producto de calidad de las tierras tropicales dominicanas.

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