Alarma en RD alta cifra implantes dispositivos cardíacos; ven negocio

Alarma en RD alta  cifra implantes dispositivos cardíacos; ven negocio

Durante los últimos tres años la República Dominicana evidencia un crecimiento vertiginoso en realización de cateterismos, angioplastias e implantes de stents en pacientes que real o supuestamente necesitan un procedimiento cardiovascular.
Cifras obtenidas en la Superintendencia de Salud y Riesgos Laborales (Sisalril), a través de la Oficina de Acceso a la Información, establecen que en el referido período se realizaron 20,507 procedimientos de los ya citados, por los cuales las Administradoras de Riesgos de Salud (ARS) pagaron a los centros especializados un monto de RD$1,734 millones 868 mil 941.
De ese total, las ARS pagaron RD$493,872,307 en el año 2016; RD$650,695,544 en el 2017 y RD$590,301,090 en el en 2018.
La última cifra es comparable con la inversión del Gobierno en la remodelación del Hospital Doctor Alejandro Cabral, de San Juan, que tuvo un costo de RD$511 millones.
Solo la estatal Administradora de Riesgos de Salud (Senasa) reportó que en el citado periodo a 11,701 de sus afiliados del régimen contributivo y subsidiado se les practicaron 11,730 cataterismos y agioplastias: de esos 6,920 fueron cateterismos y 4,810 angioplastias.
En cuanto a los stents, se colocaron 9,842. Para conocedores del tema, lo más relevante es la cantidad de stents que se implantan.
La cifra evidencia una mayor colocación de dispositivos cardiovasculares o stents por parte de médicos cardiólogos, con respecto a la cantidad de cateterismos realizados.
Conocimiento de causa. Aunque el elevado número de intervenciones evidencia un mayor acceso a servicios de salud, especialistas del área que pidieron reserva de sus nombres dicen que, en ocasiones, tras la colocación de stents existe una práctica mercurial que pone en cuestionamiento la ética médica y la calidad de la atención en salud.
En buenas prácticas médicas, dicen, la proporción de cateterismos diagnósticos y angioplastias es de 2.2 diagnósticos por cada stent implantado. La proporción de stents implantados es de 3.5 a una cirugía coronaria.
El problema más grave es que el Ministerio de Salud habilita los centros de cateterismo pero no supervisa la calidad de los procedimientos, afirman directivos de las ARS y cardiólogos.
Hay tres formas de tratar las obstrucciones coronarias, una con medicamentos, stents y cirugías de ByP, aseguran especialistas.
El cateterismo permite diagnosticar con precisión la enfermedad de las arterias del corazón y proceder, en muchos casos, a su tratamiento.
Consecuencias. Cuando se colocan dispositivos a pacientes que no los necesitan o se trata de personas que debieron ser enviados a cirugía o procedimientos de revascularización, se condena al paciente a vivir atado a una malla y a tomar medicamentos de por vida, cuyos precios alcanzan hasta los RD$20,000 al mes.
Entre los medicamentos que deben usar estos pacientes están el clopidogrel, betabloqueantes, estatinas e inhibidores.
Un detalle. El cateterismo es la prueba diagnóstica que lleva al médico a conocer la existencia o no de las obstrucciones en las arterias y la angioplastia es el procedimiento mediante el cual se decide si se colocarán los dispositivos o stents.
Según los especialistas, el cateterismo cardíaco está indicado en los casos agudos, durante las primeras ocho horas que se ha registrado.
La persona debe haber tenido dolor y cambios que hablen de deficiencia de flujo coronario. Debe haber dolor de pecho, sudoración y sofocación y el dolor puede estar irradiado a la mandíbula, al brazo izquierdo o a la espalda.
En cuanto a la colocación del stent tiene un tiempo determinado, explican cardiólogos al destacar que si se coloca después que el músculo cardíaco ha muerto se habrá colocado un dispositivo sobre un pedazo de carne sin vida. Tras un infarto muere el músculo, por lo que el procedimiento es innecesario, aseguran.
La función de un stent es abrir la arteria para que haya capacidad de circulación de oxígeno en el músculo cardíaco. El dispositivo se pone sobre un segmento de placa obstruida por colesterol o calcio.

Un paso a lo innecesario. “El problema es que si el paciente no está informado, existe un sesgo financiero que puede llevar al médico a inclinarse por realizar procedimientos innecesarios”, asegura un cardiólogo entrevistado por Hoy pero que pidió reservas de su nombre. A su juicio, es extremadamente inusual tener que colocar cinco stents, pues si las arterias de ese paciente tienen varias obstrucciones debería evaluarse para una cirugía.

La preocupación. Cardiólogos dominicanos están preocupados por el tema porque entienden que tal es el lucro que se esconde tras la colocación de stents que a algunos centros de hemodinamia de Santo Domingo y Santiago les han revocado el permiso para hacer procedimientos cardiovasculares a los afiliados.
En el Cibao, la situación parece estar sin control, dada la gran cantidad de stents que se colocan a pacientes. En la investigación del tema, iniciada por Hoy, cardiólogos preocupados por la situación aseguran que los pacientes que van a ser sometidos a cateterismos en centros que ya son conocidos son ingresados los fines de semana, en horario nocturno, y de esta forma, se evade la posible objeción de la ARS a la que pertenece el paciente.
En países como como Estados Unidos, los pacientes tienen derecho a orientación y reclamación, pero además, existen guías y orientaciones por parte de las sociedades profesionales sobre los criterios apropiados de intervención, refieren los doctores César José Herrera, Carlos García Lithgow y Ernesto Díaz Álvarez, cardiólogos de dilatada carrera.
“Esto me espanta porque lo que está en juicio es el ejercicio de la medicina, la vida de la gente, en lo particular me da miedo”, dijo una gerente médica consultada sobre el tema del cual tienen información importantes funcionarios tomadores de decisiones.
Nuevos centros. A finales del año 2018 se abrieron al menos cinco nuevos centros de cateterismos en el país.
Se instaló una moderna unidad de cateterismo en Moca, al menos seis en Santiago, otro en San Francisco y una en La Romana.
Sin embargo, el doctor García Lithgow, un intervencionista consultado por Hoy, asegura que existen normas internacionales de bioseguridad para poner en funcionamiento una unidad de cateterismo cardiovascular.
Entre estas un vidrio plomado que cuesta hasta 20 mil dólares y se requiere además un personal que inspeccione, y técnicos altamente calificados.
Asimismo la implementación de normas específicas de radiaciones, vestimenta especial y una infraestructura para el manejo adecuado de radiación forman parte de los requisitos para poder instalar un área de hemodinamia, explicó.
A su juicio, la instalación sin supervisión de numerosas salas de hemodinamia en el país constituye un atentado contra la población.
Escandaloso. Otra dato cuestionable que dan a conocer especialistas del área es que, como en otras especialidades de la medicina en el país, existen redes captadoras de pacientes; se trata de médicos de unidades de cuidados intensivos y emergencias que orientan a los pacientes que requieren angioplastias y a cambio reciben una remuneración de RD$5,000 por cada paciente que envíen a una sala de cateterismo.
Antecedentes. La implantación de stents tuvo su auge en países como España, Estados Unidos y Canadá en el año 2000. En esos países se registraban cifras abusivas en la colocación de stents a pacientes que tenían opciones a otras terapias, como la cirugía o revascularización. El tema ha sido motivo de amplios reportajes en España, Argentina y Estados Unidos. Para contrarrestar esa situación fue necesario imponer la regulación por parte de las autoridades del Ministerio de Salud, la Superintendencia de Salud y las propias aseguradoras.
La realidad Aunque en el país existe una seria deficiencia de cifras, los cardiólogos estiman que se registran cada año alrededor de 16,556 infartos agudos del miocardio, lo que implica que de cada 100 mil habitantes mueren 96.4, para un 16%. Si se le relaciona con los accidentes cerebro vasculares, mueren al año 6,397 personas para un 10%. Entre ambas enfermedades se registra en 26% de la mortalidad nacional. Es una estimación médica.

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