A continuación, publico las palabras que escribí en 2010 en torno al libro “Cuentos para Noches de Luna Llena”, de Ramón Saba, con algunas variaciones para enriquecer su escritura:
Por más kilómetros de papel que hayan gastado algunos cuentistas “modernos” huyendo a escribir historias, a contar algo, no han podido dejar vacío el cuento. Tampoco la novela. Ni la poesía. Porque en el arte de escribir, siempre debe contarse algo. Un poema es la historia de una emoción. Una novela, la historia entretejida de una situacion. Un cuento, la historia de un hecho. Es ineludible esa realidad.
Por eso, algunos cuentistas de hoy, en su carrera, han sido atrapados de nuevo por la ley de los clásicos. Que para escribir hay que tener algo qué decir. Y el viejo Camilo José Cela le agrega que al servicio de algo. Ese algo no tiene que ser un partido o una ideología política. No tiene que ser una religión. Puede ser una concepción de la vida. De la literatura. De uno mismo. Pero algo busca demostrarse. Porque como nos enseñó el maestro Ezra Loomis Pound, «escribir es cargar la lengua de ideas».
Escribir es como una operación matemática, la cual no tiene ningún sentido si no posee una feliz solución. Siempre hay un vellocino de oro del que el escritor es Jasón. Una Troya para sitiar y una Helena para salvar. Si no, los libros de esa “literatura” estarán condenados a pernoctar eternamente en los archivos del autor, porque a nadie le interesarán. Después podrá argumentarse que los lectores son muy brutos, que en este país no hay desarrollo cultural, que la gente no sabe distinguir ni disfrutar lo fino. Pero este pataleo es lógico, porque el mal partero siempre le ha echado la culpa al c…
COMPONENTES INDISPENSABLES
Es que toda obra de arte, para preciarse de tal, requiere tener tres elementos de igual importancia: lro. Un tema dramático, una vivencia, de interés humano, que pueda tocar en lo más profundo el sentimiento del espectador, debido a lo cual esa pieza podrá ser disfrutada por los humanos de cualquier época y lugar, idioma o cultura. 2do. Un enfoque creativo original, diferente a la forma en que se haya hecho antes por otros autores, aunque tenga la incidencia de estos como telón de fondo. 3ro. Unos recursos formales y técnicos en los que haga acopio de los avances alcanzados por el arte. Ninguno de los tres solo puede hacer la obra de arte. De la intensidad y gracia con que se empleen dependerá la principalía, estilo, etc., de lo creado.
Digo todo lo anterior como prolegómeno explicativo de la alegría que me produjo saber que el libro de Ramón Saba «Cuentos para Noches de Luna Llena», cumple con estos requisitos. Desde el primer cuento hasta el último, nos atrapa con sus interesantes historias. Hay en ellos contenidos y formas. Algo indispensable en el buen escribir. Porque una literatura sin contenido es como una mujer que sea sólo maquillaje. Podemos mirarla en una foto, divertirnos con ella como payaso de carne o de papel, pero jamás conseguiremos que nos regale un beso o nos permita liquidar ciertas deudas corporales y/o espirituales.
Cada texto de Ramón Saba queda en el recuerdo.
ANTE SU TUMBA
Evidentemente «Ante su tumba», el primer cuento, es el mejor. Solo la idea de que una persona va al cementerio a ver, juzgar y seleccionar el mejor y más bello nicho que desea, es de por sí una muestra de magia seductora. Mejor si a eso se agregan unos personajes con nombres de instrumentos musicales excelentemente bien manejados. Es muy acertado escoger el fagot, un instrumento ya casi desaparecido por añejo, para personificar a un viejo. Luego, Corneta, Viola, Piano, Clarín y los demás. Todo esto para armar la historia de una depresión profunda, de un insondable deseo de muerte. Siendo un tema tétrico suaviza su drama. Saba logra convertirlo en tragicómico sin perder su profundidad humana.
EL BASTONCITO FLOTANTE
Es el otro cuento inolvidable. Una reflexión sobre la fundación del mundo. En torno al origen de la raza humana graciosamente erectada, alegremente monificada. Y con un bastoncito flotante que marca el misterio de la transformación, de un significado además subliminal alusivo al órgano cuyo nombre más gracioso nos lo recuerdan las palabras huevo y pena. Aquí, el medio ambiente es un personaje, deja de ser algo para convertirse en alguien que nos observa, nos acecha, nos califica y es nuestro amigo y consejero.
Con sus altas y sus bajas, las demás historias logran impresionarnos, porque el autor muestra habilidad para conducir al lector. A pesar de estar hechos dentro de las maneras tradicionales de narrar, los demás consiguen sustraernos, zambullirnos en su lectura sin dejarnos salir a tomar aire hasta el final. Porque están bien escritos.
En términos formales, todos los cuentos de Ramón Saba tienen la virtud de la brevedad, la condensación, que es una de las grandes luchas que libran los escritores. Cortázar, por ejemplo, decía que su principal problema escribiendo es que cuando le entraba el calor de la creación escribía demasiado y luego trabajaba duro en resumir y limpiar. Estos cuentos de Saba lucen estar limpios y resumidos desde el principio.
El otro signo de Saba es su sencillez. Que no puede confundirse con la simpleza, porque los enfoques y observaciones no se quedan en la superficie. Y a esto se suma un elemento que conocerá todo el que ha tratado personalmente al autor: su fino sentido del humor, su sarcasmo gracioso, su aguda cosquilla a los costados mentales del lector.
LOS INEVITABLES DEFECTOS
Si algunas falencias pueden tener estos cuentos -¿y qué obra humana no las tiene?- podría señalarse entre ellas la reincidencia en giros que son lugares comunes, el uso de palabras que pudieron sustituirse por otras más propias, la repetición cercana de términos, el manejo de algunas historias que debió visualizar de modo menos convencional. Y es que al momento de escribir este libro Ramón Saba no es un cuentista acabado, sino en desarrollo, en pleno crecimiento formativo.
Por lo demás, considero que en él tenemos los dominicanos a un hombre de gran talento para la narrativa. El cual debe cultivar con el constante escribir y leer que convierte al esfuerzo en costumbre, la observacion en sensibilidad y al trabajo en juego. Talento que debe enriquecerse nadando en los cuatro grandes mares de la creación: a) Bebiendo de los grandes clásicos y dominándolos, que por algo son modelos y han permanecido por siglos en el gusto humano. b) Conociendo el alma dominicana, nuestra historia, anécdotas y autores, lo cual le permitirá escribir piezas originales que solo nosotros podemos contar con donaire. c) Hurgando en una buena selección de los autores más innovadores, profundos y sensibles de nuestro tiempo. d): Haciendo la más importante lectura que puede hacer autor alguno para armar una obra original y distinta: leerse a sí mismo, entrar a su inconsciente, subconsciente y consciente, ese arsenal de vivencias que han construido su yo, para así contar los secretos únicos que contiene todo ser humano de forma irrepetible.
Felicidades, Ramón Saba, por tus «Cuentos para Noches de Luna Llena».