ALERTA. Filosofía y literatura: enlaces y desenlaces; un ensayo del libre pensar, y IV

ALERTA. Filosofía y literatura: enlaces y desenlaces; un ensayo del libre pensar, y IV

Juan Freddy Armando.

ENLACES DE NUESTROS TIEMPOS

Hoy, nos encontramos con el fenómeno más actual de la relación entre literatura y filosofía. El caso de los filósofos que simultáneamente son literatos. Y viceversa. Borges, que escribió excelentes ensayos filosóficos, dignos de tomar en cuenta para el estudio del pensar de nuestro tiempo, con sus consideraciones agnósticas y su sentido de lo absurdo del universo. Lo mismo Octavio Paz, excelente ensayista, muy buen poeta. Quien además es un filósofo que ha reflexionado viendo los fenómenos linguísticos en su raíz filosófica, los hechos sociales, las interpretaciones históricas, también vistas a la luz de la filosofía.
Igual sucede con Jean Paul Sartre, Albert Camus, Simone de Beauvoir, Beltrand Russell, George Santayana. Pensadores, filósofos, que han recorrido el mundo literario del ensayo y otros géneros con toda la seriedad filosófica y la frescura literaria.
¿Cómo es posible que una actividad que los filósofos llegaron a despreciar por inexacta, por vaga, diríamos, por inútil, como la consideraba Eugenio María de Hostos, haya llegado a ser practicada abiertamente por ellos? ¿Qué ha permitido que esos juguetones, anárquicos, desordenados y despreciadores de todo rigor de lógica formal y exactitud matemática, como son los literatos, hayan ingresado conscientemente al país de la filosofía, con derecho de ciudadanía, respetados por los que exclusivamente viven en esa celeste república del pensar?
Lo que permite eso es el signo de nuestro tiempo. La tecnología, -fenómeno que apenas sacaba la cabeza en la antiguedad, la edad media, el renacimiento- ha ampliado su territorio, sobre todo desde los tiempos de las grandes revoluciones industriales y sociales de Inglaterra y Francia, de forma tan contundente y arrolladora, que los profundos problemas que antes eran exclusivos de la filosofía, los maneja la ciencia en sus diversas vertientes. Lo que en otros tiempos era un misterio insondable, ya aparece como un fenómeno que pueden resolver los laboratorios tecnológicos médicos, biológicos, antropológicos. Además de la estadística y las ciencias socio-económicas.
El trabajo realizado por los científicos -quienes tampoco podrían ser verdaderamente tales si no tienen la vista puesta en las honduras filosóficas e imaginerías literarias- han buceado tan hondo en la materia, en la energía, en el espíritu, en las especies, en la psicología, que han destrondo al misterio. Esos conceptos que se manejaban como profundidades insondables, son ahora algo que podemos sostener en las manos y llevar al laboratorio.

DARWIN, MARX Y MCLUHAN DESNUDAN AL HUMANO

Además, desmixtificaron al ser humano de sus pretensiones de especie superior. Darwin, con sus textos tan bellos literariamente como exactos son en su ciencia, le estrujó en la cara al hombre su origen en el mono, aunque algunos estudiosos modernos hayan querido negarlo, afirmando que venimos de un antepasado común. Frase que siempre refuto con un medio chiste-medio ciencia: “No venimos del mono, sino de un antepasado común. Lo que sucede es que ese antepasado común era un mono. Jajajaja”.
Freud le mostró que no era más que una pequeña bestia cuyas ansiedades sexuales y complejos de grandeza lo esclavizan y hace comportarse frívolamente. Marx se ocupó de echarle en cara que por la plata no sólo baila el mono cuadrúpedo, sino también el homo erectus; es decir, el bípedo.
La democracia política que explosiona sobre todo en el revolucionarísimo siglo XX, ha sido completada por la democracia informativa de los medios de comunicación: televisión, radio, prensa, y ante todo el internet, que los reune a todos, y es además interactivo. Ha convertido nuestro mundo en la aldea global de McLuhan. Mixtura en que ha dejado de preocuparnos lo real, lo riguroso, lo exacto. Cualquier persona medianamente enterada conoce detalles de las especialidades que fueron de iniciados.
Ha sido privilegiado el sentir, el apreciar, la multiplicidad de puntos de vista desde los cuales puede percibirse un acontecimiento, y la conciencia de que cada visión del fenómeno tiene cierta autonomía, individualidad y diferencia respecto a los demás puntos. La idea moderna de que un problema tiene múltiples soluciones valederas nos ha sacado de los viejos absolutismos para empujarnos a un tiempo dinámico, en el que tenemos constantemente que cambiar concepciones. A cada instante nuevas.
A ello se suma un regreso de la dialéctica en nuevas modalidades, sin la atadura materialista de Marx o la idealista de Hegel, sino ambas mezcladas, como los metales.
También el surgimiento de fenómenos como la Programación
Neurolinguística -PNL-, síntesis de conocimiento que une ciencia, técnica, ficción, sentido común y ejercicios que permiten a la mente dominar al cerebro. Nos ha hecho saber que el hecho no es sólo el hecho. Que nuestra percepción del mismo no es, como pretendía Berkley, el hecho mismo. La PNL nos enseña que tan real es el hecho como la interpretación que tiene cada uno junto a la de los demás.
Esta revolucion tecnológica ha permitido el maridaje entre literatura y filosofía, la unión libre entre el profundo pensar y el bello decir. Entre filósofos y literatos.

MI ENLACE Y DESENLACE CON AMBAS

Habrán observado que no he seguido un orden diacrónico ni sincrónico. Unas veces al tiempo. Otras al espacio. A los autores. Las culturas. Es decir, un cierto desorden ordenado, justo como la conducta del universo, que es sabio y bruto, aleatorio y algorítmico, parece haber sido creado por un dios o haberse hecho solo o todavía no hacerse o estar destruyéndose. Todo parece ser cierto y falso.
Solo me han guiado autores e ideas en eterno fluir. Es que me aterra la pretendida exactitud filosófica que pretende abarcar el universo con un golpe de letras. Lo mismo que la pretenciosa instrumentosidad de la ciencia, buscando levantar el mundo en la punta de una pinza.
Me aterra el sueño de la certeza. Prefiero con McLuhan tirar sondas y traer oro aunque venga con lodo.
Gozo las inexactitudes del ensayo literario, enlace entre filosofía y literatura, entre ciencia y literatura. Porque el ensayo ensaya a mentir con elegancia. Ensaya a acertar jugando. Haciendo ciencia y arte nos permite disfrutar lo cierto e incierto. Nadie mintió tan bello como Borges y Paz. Marañón, Umberto Eco, Alfonso Reyes, Beltrand Russell son también maestros que huyeron mejor que nadie a la verdad para alcanzar la belleza, sin desatarse de lo cierto. Temo decir la verdad. Temo mentir.
¡Mentira! Me gozo en la verdad. En la mentira. Disfruto saber que son una vana ficción del humano que busca entender al absurdo universo. Que busca dar sentido a una lógica que solo parcialmente existe. A unas leyes que no son más que la percepción de que lo que ocurrió ayer necesariamente ocurrirá mañana. De que una repetición de aguaceros nos hacen ver como lógica la lluvia. De que una repetición de moribundos nos hacen inventarnos el concepto de muerte, la ficción de muerte, la poesía la de muerte, la ciencia de la muerte. Lo mismo que muchos nacimientos nos producen la conjetura de la vida. Ambas con tantas excepciones que abruman. Tantas contradicciones y dicciones que nos impiden andar sin chocar en ese cuarto oscuro y giratorio que es el universo.
He ahí mi enlace con las dos disciplinas. Entre locura y razón. Lo absurdo y lo certero. Diestra y siniestra. Dios y el Diablo. Hegel tenía razón: Todo lo que se lleva al extremo tiende a lo contrario. Loco y psiquiatra se matan se matan y se reviven.
Por eso, la filosofía y la literatura se nutren mutuamente. Se contradicen, pelean como marido y mujer, y no tiene sentido sin la otra.

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