Algunas innovaciones en enseñanza universitaria en el mundo de hoy

Algunas innovaciones en enseñanza universitaria    en el mundo de hoy

Cada país tiene que desarrollar modalidades, en todos los campos, que se correspondan con su realidad socio – económica. Creer que toda experiencia emprendida en el mundo desarrollado puede ser aplicable a cualquier otra nación puede llevar al desastre. Lo práctico es visualizar y conocer lo que está aconteciendo en el mundo y saber identificar lo que puede ser aprovechable, ajustable y transformable para que, de ser aplicable, catalice el mayor y mejor impacto posible.
Se están destacando las llamadas “universidades jóvenes”, en referencia a aquellas con menos de 50 años de creadas. La publicación inglesa Times Higher Education – THE – ha confeccionado una lista con las mejores 200, la mayoría de ellas, por supuesto, europeas y solo tres latinoamericanas: la chilena Diego Portales y dos brasileñas, la Federal ABC y la Estatal de Sao Paulo. Tengan la seguridad de que pueden haber más pero en países sobre los que ni siquiera se les ocurrió pensar. De acuerdo con THE las “jóvenes” se caracterizan por su “naturaleza flexible, receptividad a nuevas ideas, disposición de reinventarse constantemente” y su “internacionalización” con alta tasa de investigaciones en cooperación internacional y que atraen a estudiantes internacionales. Muchas se concentran en ciencias e ingeniería.
A partir de algunas iniciativas en marcha hay un debate sobre la efectividad de las clases tradicionales sustentadas en la presencia de un profesor. Ciertamente siguen siendo esenciales a pesar de que para la era digital se pensaba que los estudiantes no se sentarían a oír una conferencia teniendo tanta información disponible en Internet. Expertos advierten que las conferencias en aulas siguen siendo vitales porque es la investigación y no la enseñanza lo que proyecta el éxito de una universidad y su claustro (esto si debiera tenerlo en cuenta toda universidad). Las universidades más exitosas contratan profesores teniendo en cuenta sus investigaciones. Hay criterios que promueven la sustitución de las clases. Un destacado activista es el Nobel de Física 2001, Carl Wieman, quien, como otros, estima que hablarle a los estudiantes y suponer que absorben lo que se les dice está lejos de una realidad que no sobrepasa el 10% de los conocimientos. Wieman recurre a lo que llama “aprendizaje activo”, para lo que entrega un problema y divide a los estudiantes en grupos paseándose entre ellos oyendo sus discusiones. Muchos aseguran que mejora el aprendizaje y aplican diversas fórmulas aunque el Departamento de Educación de EE.UU. asegura no haber encontrado diferencias en eficacia con relación a lo tradicional.
En verdad, en buena medida, la eficiencia depende de la estrategia “activa” de docencia. El pasado octubre presenciamos, en ocasión de la reunión regional de la “Ciencia en la Escuela”, de la Academia de Ciencias, una clase magistral del profesor mexicano Carlos Bosch, impartida a 300 maestros y profesores a quienes mantuvo concentrados, en un tema simple y sin recursos tecnológicos, solo con una estrategia de involucramiento. Ahí es donde hay que ahondar y difundir. Ahí radica buena parte del éxito.

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