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Los grandes problemas nacionales convertidos en retos siempre han presionado a los gobernantes dominicanos, cada vez más por la ecuación aritmética malthusiana de más población, y cada vez menos respuesta, la tesis fundamental que enunció Arnold Toynbbe, como receta para conjurar los problemas, y que en las administraciones repetidas, crecen sin aparente respuesta.
Es lo que acontece hoy en nuestra sociedad con el presidente Danilo Medina, que en la primera de sus hasta hoy dos administraciones parece apretado por el alicate de la población indefensa, sumida en la miseria, que roza los 2.0 millones, la pobre que sube a 4.0 millones, la desvencijada clase media que componemos 2.5 millones, y la exigua opulenta integrada por 1.5 millones, que dispone con creces lo que a la mayoría le falta con creces, ostensible demostración de la embudocracia que define la inequidad, peligroso caldo de cultivo donde se incuba la rebelión.
Los soportes para elaborar esta concepción nunca, en lo que concierne al suscrito, surgen de una especulación ni la intención de mortificar al gobernante, a quien desde antes de su primera elección escribí tantos motivos volcados en sugerencias para su triunfo político, sino a un conjunto de factores como soportes para sugerir nueva vez al gobernante las mejores opciones para su gloria política.
El último análisis Desarrollo S. A. CID insertado en HOY del 14 de este mes, edifica en relación al pavor ciudadano ante la delincuencia, y el día antes, se produjo el horror a una estación radial en SPM atacada a tiros, dos muertos, presumiblemente por más de un antisocial.
El crimen gana la calle a la Policía, evidente, pero lo peor, sin planes concretos ni para enfrentarlo ni reducirlo.