Ana Valverde: la lucha contra los invasores haitianos fue la actividad más importante de su vida

Ana Valverde: la lucha contra los invasores haitianos fue la actividad más importante de su vida

POR ÁNGELA PEÑA
Ana Valverde, miembro de prominente y adinerada familia de Santiago de los Caballeros, fabricó balas para la Independencia, aportó recursos económicos para la reparación y el fortalecimiento de los muros que reforzaron la ciudad, y por su inquebrantable adhesión al Padre de la Patria, fue expulsada del país «cuando la reacción antiduartista se adueñó de los destinos nacionales».

Sus más caros sueños e ilusiones los consagró a la lucha por ver su suelo libre del invasor haitiano. Tal vez por eso murió soltera, a los sesenta y ocho años.

De Ana no hay fotos, ni dibujos, ni siquiera referencia remota de cómo era su físico. Hasta su primer apellido, que según Vetilio Alfau Durán era Sánchez, fue eliminado de las escasas noticias de su vida.

Rosa Duarte reivindicó sus aportes en breves notas que consigna en sus Apuntes. Josefa Perdomo exalta en un poema su valor y reconoce el apoyo decisivo de la dama a la reedificación de las murallas protectoras. Félix María Delmonte da testimonio de su patriótico gesto reclutando otras mujeres para la causa, incitando a la protesta. Son menciones, líneas, insuficientes para componer la biografía que merece su entrega, casi nada en relación con el homenaje de que es digna por su desprendimiento y osadía.

La historiadora Sonia Medina profundizó búsquedas de noticias sobre Ana Valverde y dio con la triste realidad de la ausencia. Piensa que no fue rescatada, que no hay nada sobre ella desde su salida hasta su muerte. «José Gabriel García, que gusta de explayarse en detallitos mínimos, no dice nada. Vetilio Alfau la retoma, pero prácticamente en menos de una cuartilla, y todos, después, repiten el mismo verso, las mismas referencias».

Pero no culpa exclusivamente a los historiadores. «La historia la hacemos nosotros según nuestros intereses, que tienen que ver con el poder, la legitimidad del poder, no hay duda de que la historia sirve para legitimar, dar una visión del mundo, ayudar a situarse, entonces, echarle la culpa a la historia ¿qué buscamos cuando escondemos?». Tal vez, entiende, a la heroína no se le dio seguimiento, comenta, reconociendo no explicarse qué pudo haber pasado. Quizás, alega, tuvo que ver con el destierro. «No encontré nada de Ana Valverde, y dije: bueno, es un personaje «inexistente».

Para la directora del área de Ciencias Sociales de la Universidad Iberoamericana (UNIBE), el tributo de la calle Ana Valverde junto a otras revolucionarias de Febrero de 1844, en Villa Consuelo, Mejoramiento Social, encierra «todo un manejo del espacio conforme a ideologías, y no hay duda que destruir monumentos y enterrar personas ha significado mucho para algunos sectores, no es al azar que tú buscas esas calles ¿y dónde están? Estamos haciendo una interpretación, y la historia va a servir en este momento para que los de arriba se coloquen y puedan ir, de alguna manera, desplazando a esas figuras. Es una manera de decir: bueno, están ahí, no pueden decir que no las hemos reconocido», señala.

Agrega que se trata de «una dominancia de ese sector conservador en los grandes procesos», como fue la Independencia, «arrancada, no un matrimonio que se separó, sino que hubo que arrancar». Reiteró que «el manejo del espacio va a ser fundamental, no hay duda que situar todas esas mujeres de Febrero en los barrios populares, aquí tiene su lectura».

TRABAJO MILITANTE

Ana Valverde, que nació hacia 1798, era hija del doctor José Valverde, abogado de la Real Audiencia de esta Isla, y de Dolores Fernández. Su hermano, Manuel María Valverde, era también Duartiano y fue de los principales próceres de la Restauración.

Sobre los orígenes y el abolengo de la dama, la académica y catedrática universitaria destaca que «el Cibao fue el centro donde primero trabajaron las personas libres, en el tabaco, y ese tabaco conforma una mentalidad diferente al Sur y el Este. No es al azar que gran parte de esas mujeres de Febrero salieron del Cibao, que también estaba en contacto con Europa».

Indica que «Ana Valverde pasa a Santo Domingo y va a estar siempre comprometida con la causa, no sólo en el aporte económico sino en el trabajo militante, peligroso. Haití estaba preservando su independencia, pero nosotros nos sentíamos dominicanos y estábamos luchando por la separación. Ese núcleo que se va a dar en torno a Duarte fue una chispita, no es el Duarte que nos pintan como un individuo pasivo, incapaz de luchar, no, es un individuo que lo entrega todo, y las mujeres comprometidas en ese entorno van a ser militantes, creativas, cuyo denominador común es el trabajo, la entrega, la disciplina, el compromiso».

«En el caso de Ana Valverde fue terrible tener que salir del país, deportada, pero el destierro le va a permitir conocer cuál va a ser la situación del resto de la mujer fuera», acota. Califica como familiar el compromiso de Ana Valverde, lo cual, a juicio de Medina, «es un asunto a rescatar: familias comprometidas con la Separación de Haití y luego, en el rompimiento con España, va a haber también familias completas, hombres y mujeres», expresa.

Confiere relevancia a la posición social de la aguerrida señorita Valverde. «Se hablaba de gente de primera y de segunda. Si nos trasladamos a esa sociedad de 1822, la división es muy marcada, ella era de primera, hija de un abogado, hermana de otro patriota, con buena posición, y desde ese lugar, ella baja al pueblo, se liga con un sector de la sociedad que le estaba vedado, eso es un aporte tremendo».

A Ana Valverde, concluye, «hay que enmarcarla en el grupo de mujeres comprometidas con una causa importante, con un rescate del ser humano, con un poco de filosofía sobre lo que somos, sobre la identidad: siempre vamos a estar cerca del pueblo haitiano, pero somos dominicanos».

Vetilio Alfau Durán escribe que «Doña Ana Valverde, cuyo apellido era en realidad Sánchez Valverde, falleció en Santo Domingo el 20 de noviembre de 1864», sin embargo, en la semblanza que hace de la dama, el apellido que da a su padre es Valverde.

Al referirse a las mujeres que fabricaron balas para la Independencia, Rosa Duarte cita a la insigne santiaguera como «la señora hermana del doctor Valverde, señora muy respetable». Añade que «el día que salió para el destierro se bendijo el Fuerte de San Antón que se había reedificado con la suscripción que la dignísima patriota salió a recoger entre los dominicanos que estaban entusiasmados y orgullosos de tener su patria libre».

La calle Ana Valverde nace en la Josefa Brea, en el barrio de Mejoramiento Social y muere en la Carlos Nouel, en Villa Consuelo.

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