Al comenzar la temporada de las Grandes Ligas, se anunció que por 22da temporada consecutiva, la República Dominicana encabeza la producción de peloteros fuera de los Estados Unidos.
La cifra oficial dada a conocer habla de 93 jugadores.
La misma, sin embargo, no toma en cuenta otros seis nacidos en Estados Unidos, pero hijo de dominicanos, y quienes se consideran quisqueyanos, como el caso de Manny Machado.
Ese dominio quisqueyano es más impresionante todavía, cuando se lee que el segundo puesto lo ocupa Venezuela, pero con 77, es decir, 22 menos que los dominicanos.
Esos 99 dominicanos ganan en promedio US$4.74 millones, para un total de US$469.6 millones.
Eso da alrededor de RD$23 mil millones, una cifra astronómica de la manera que se le busque la vuelta.
Estudios presentados por Grandes Ligas en el país indican que más de un 30 por ciento de ese dinero que ganan los peloteros es invertido en la República Dominicana de una u otra manera, ya sea en construcciones, en empresas o en dinero enviado a familiares.
Lo más llamativo de todo esto es que esta gran industria llamada béisbol en el país tiene CERO regulación por parte de las autoridades.
No hay regulación para los procesos de firmas de peloteros, no hay regulación para la supervisión de los muchachos luego que son firmados, no hay fiscalización de un solo peso relacionado directamente con el béisbol.
Muchas veces nos preguntamos por qué las cosas pasan de manera tan desorganizada en nuestro país.
Muchas veces nos quejamos sin cesar de que “todo está mal”.
Pero la verdad es que si no hay ningún principio lógico de poner en orden, lo único que puede suceder es lo que estamos viviendo hoy en día en todos los sectores, incluyendo obviamente en el béisbol, que lo que prima es el descontrol.