Andrés L. Mateo

Andrés L. Mateo

«Por la calidad y trascendencia de su obra, que ha dado brillo a las letras nacionales», le fue otorgado al intelectual Andrés L. Mateo el Premio Anual de Literatura 2004, que tiene patrocinio de la Fundación Corripio desde 1990.

La dotación del premio fue elevada este año a 500 mil pesos, la cual recibió el galardonado en cheque entregado por el empresario José Luis Corripio Estrada, vicepresidente de la Fundación. Su presidente, don Manuel Corripio, asistió a la ceremonia. Simultáneamente con el cheque Mateo recibió de manos del secretario de Cultura, Tony Raful, el pergamino que lo acredita como ganador del Premio.

Como en años anteriores, para la entrega se celebró un acto en el Teatro Nacional. Y para compartir con el intelectual reconocido su satisfacción por dicho premio, estaban allí sus hijos y otros familiares, también amigos suyos de los que pueblan el mundo cultural, intelectuales, estudiantes, políticos, diplomáticos, periodistas, funcionarios del gobierno, y otros.

La Fundación Corripio es una institución sin fines de lucro. Su propósito, contribuir con el desarrollo de los dominicanos en diferentes aspectos. Con la finalidad de que un mayor número de personas puedan optar por el premio, la Fundación ha ampliado las reglas del mismo a los diversos géneros que la Real Academia de la Lengua considera literarios, esto es, novela, poesía, historia, oratoria, didáctica y ensayo.

Mateo, ensayista y novelista, es miembro de la Academia Dominicana de la Lengua. El también poeta y filólogo, parte docencia de literatura en la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Desde agosto 2000 desempeña funciones como subsecretario de Cultura.

Habló Matego para agradecer el reconocimiento representado por el premio, con dicción nítida que cultiva como pocos. Dijo sentirse regocijado «por haber encontrado que lo que ha hecho durante toda su vida tiene un lugar en el mundo de hoy». Agradeció a la Fundación Corripio, porque el patrocinio anual del premio «es una forma de estimular el trabajo creativo de los intelectuales del país». El galardonado sostiene que su vida «es la literatura, por la cual ha vivido». Confiesa que siempre le ha fascinado «que una idea escrita a solas en una habitación se convierta en un diálogo con muchas personas», y que sólo concibe la vida «alrededor de los libros, de la enseñanza y del debate literario».

Es Mateo «intransigente e incorruptible», expresó el ministro de Cultura al agotar su turno. A Pio Baroja le parecía lógica la intransigencia, tratándose de ideas esenciales. Acaso sea esa la intransigencia de Mateo. Raful aseguró que lo que se premiaba esta vez era algo más que un intelectual «con una obra robusta», porque se reconocía quizás a «uno de los más completos seres humanos que haya nacido aquí», aunque ha vivido, y tal vez por eso mismo, agregó, «con normas estrictas, casi de claustro en términos éticos».

La semblanza del galardonado la presentó el profesor Miguel Angel Fornerin, de la Universidad de Puerto Rico, amigo personal de Mateo que viajó expresamente al país para la ocasión. En breves palabras de salutación el director ejecutivo de la Fundación, Jacinto Gimbernard Pellerano, manifestó que para esa entidad era un honor honrar a Mateo, felicitándolo por su extenso trabajo intelectual.

Los aportes de Mateo a las letras nacionales le han merecido otros galardones. Cítanse el Premio Nacional de Novela, de la secretaria de Educación, en 1981, el Premio de la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña en 1991, y el Premio Nacional de Ensayo en 1994. Mereció en 1999 el Premio a la Excelencia Periodística de la Fundación Arturo J. Pellerano Alfau. Hace poco la Universidad Apec le entregó una plaza que reconoce su obra, de la cual se afirma que transciende entre las principales de Latinoamérica.

El jurado que discierne el premio lo integran los rectores de las Universidades Autónoma de Santo Domingo, Pontificia Católica Madre y Maestra, Nacional Pedro Henríquez Ureña, Central del Este y Católica de Santo Domingo, como también el secretario de Cultura y el director ejecutivo de la Fundación Corripio.

Un Conjunto de Cuerdas que interpretó música de Schubert, puso en el acto una elegante nota de buen gusto.

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