Andrzej Wajda Aquel esplendor del cine Polaco queda para la historia y el suspiro

Andrzej Wajda Aquel esplendor del cine Polaco queda para la historia y el suspiro

Era la Polonia nacida del aplastante Pacto de Varsovia, el socialismo real había impuesto sus reglas y los artistas tenían que regirse por el manual del Realismo Socialista.
Como en la mayoría de los países del Este, la aventura cinematográfica estaba cargada de símbolos y raros códigos de expresión.
Pero el vigor nacional y cultural de sus películas tiene otras raíces, otro espacio que se debe explicar, porque sin él la larga filmografía de Andrzej Wajda no tendría sentido. Me refiero a las raíces del nacionalismo polaco; me refiero también a Polonia como nación transformada por las últimas dos guerras mundiales.
Pese a que no todo es nacionalismo, ese rasgo es parte de la idiosincracia de los polacos y polacas, está narrado de modo dramático por sus compositores y más de un personaje de algún polaco de altos vuelos hace alusión con decoro a ese pasado multicultural de Polonia entre Bizantinismo Protestantismo y Catolicismo, el mejor cine polaco de ayer y de hoy tiene esas peculiaridades.
La riqueza cultural del cine del polaco revela también un apego a una historia sangrienta dejando huellas de genocidios que hoy la Memoria Nacional Polaca recoge sin olvido y con honorable espíritu crítico.
1 / EL VALOR DE LA CULTURA EN LA IDENTIDAD POLACA.
Luego de ser provincia de Alemania, Austria y Prusia, los polacos soñaban un Estado propio, logro casi alcanzado con el desenlace de la Primera Guerra Mundial, en la segunda el Pacto de Varsovia los somete a la férula de la desmantelada Unión Soviética, Stalin dejaría su impronta allí con la famosa matanza en los Bosques de Katyn, acontecidas en lo que entonces era áun territorio polaco. Eran los tiempos en que a Beria, jefe de la policía política de Stalin, le daban esos estertores de petit chien enragé, la roja baba de perro rabioso…
En dicha matanza muere el padre de Wajda, Jakub Wajda. La Matanza ha sido calificada posteriormenmte de genocidio contra los polacos en el verano de 1940, cuando el pacto Ruso-Germano ( Molotov – Ribbentrop ), aún estaba vigente.
Allí perecieron oficiales, intelectuales, músicos entre otros. Era parte de la inteligencia polaca de entonces.
El director de cine tenía una cuenta pendiente con esa historia, la que saldó con un dramático filme titulado Katyn (2007).
Sin embargo, si medimos bien la historia polaca, han pasado dos siglos y el sueño de la Gran Polonia se vio desvanecido.
Su alta aspiración a ser un Estado volvió a tomar cuerpo en un enfrentamiento abierto con el antiguo régimen del Kremlin y la aparición de un famoso sindicato de unos astilleros cuyo líder fue Lech Walesa. Me refiero a Solidaridad.
Aquella lucha, bendecida por un Papa polaco ( Juan Pablo II ) en los albores de la caída de la Unión Soviética, fue el inicio de negociaciones internas que el brazo nacionalista de un sector militar de Polonia lideró.
En aquel ambiente, entonces hay un cine polaco fuera de toda etiqueta oficial.

3/ANDRZEJ WAJDA: O LA BÚSQUEDA POST MODERNA DE UN CINE CONTRA LA CENSURA SOVIÉTICA.

Quiero abordar ahora el tema de la censura y Wajda, porque a decir verdad todo fue heroico. Todo.

En los países de la Europa del Este sometidos bajo la bota roja del socialismo, los directores de cine polacos, marco por el fulgor de su nacionalismo intenso, el juego de sus verdaderas expresiones aguzaban su talento. Ello explica también por qué en el cine polaco, uno de los menos exhibidos en Europa, sus directores tienen una larga tradición de tejer diáspora.

En los tiempos difíciles de la década del 70 hacia la del 80, directores y directoras importantes de Hungría (Zoltan Fabri, Miklos Jancso y Martha Meszaros) otros de Polonia como Wajda, Krysztof Zannusi y Jerzy Kawalerowicz (aquel famoso por sus Papeles encontrados en Zaragoza, 1964 o Madre Juana de los Arcos, 1961) escribían sus guiones a partida doble: uno para la censura y otro clandestino, que daría como resultado el verdadero rodaje de la película en cuestión.

Muchos de estos directores de talento, con Andrzej Wajda a la cabeza (Cenizas y Diamante, 1958; Tierra de la Gran promesa 1974; El Hombre Mármol 1977 y Sin Anestesia, 1979 ) lograron impresionar y convertir sus películas en productos de marca, es decir en el lenguaje de los festivales de cine importantes era muy fácil escuchar: » _Este año tenemos un Meszaros, dos Wajda y un Fabri», no eran marcas de carro, eran películas hechas por esos directores. Entonces entre la ascendencia de esta fama de producto cultural Made in Europa del Este, los Estados burócraticos se dieron cuenta que las cuentas no iban mal en la distribución de estas películas en el exterior, ello poco a poco ayudó a dar un ligero respiro a estos directores que al ver la situación la capitalizaron y fueron mucho más osados en sus proposiciones fílmicas y las críticas al sistema apenas veladas, comenzaron a surgir entre finales de la década 70 y la del 80 del siglo XX. Eran ellos más al trópico, los Tomás Gutiérrez Alea que en Cuba desde los inicios del Icaic, a todo riesgo y desde que pudo, comenzó a realizar películas (La Muerte de un burócrata, 1966, Memorias del Subdesarrollo, 1968, su obra cumbre) a pesar de las grandes traiciones y vigilancia de Alfredo Guevara, el verdugo de los creadores.

Olvidarme en este tema de Gutiéterrez Ale, hubiera sido una traición post mortem, pecado de lesa humanidad amistosa y fílmica.

Andrzej Wajda, su obra inmensa y brillante, bien vale otro recorrido intenso y evocador. Era imposible dar ese segundo paso, próximamente, sin destacar la singularidad polaca que ya la música de Frédéric Chopin, ha derramado por el mundo. (CFE)

2 / LAS ESCUELAS DE CINE EN POLONIA : Corrientes y Tendencias.
Desde 1956-1961 hubo un desarrollo vigilado de las tendencias y el talento polaco en guiones, películas hechas y la luego exitosa escuela polaca de dibujos animados, cargadas del llamado archi famoso humor polaco. Avanzados los años, es la década del 70, la que podría inaugurar corrientes que todavía, según tiempo y circunstancias tienen sus seguidores. A ese período se le llamó el cine de la Inquietud moral: 1975-1981. Desde aquí entonces aparecen nombres pioneros Krysztof Kieloswski, (el famoso autor de la trilogía Blanco, Rojo y Azul) Roman Polanski, de aquella época su Cuchillos en el Agua (1962, con excelente banda sonora) y sus cortos, se debe recordar también a Andrzej Zulawski, aquel formado en Francia que con la película Lo Impórtante es Amar (1975), filme de culto, logra rescatar a una Rommy Schneider de los llantos fáciles de Sissy Emperatriz con el rostro iluminado. Faltarían dos nombres claves: Agnieszka Holland, directora de Cosecha Amarga (1985), Europa Europa (1991) película que debió ganar el mejor oscar a la película extranjera de aquel año y como una novedad refrescante encontramos su nombre dirigiendo en la temporada tercera de House Card, 2015, la famosa teleserie norteamericana que ha batido grandes récords de audiencia. Esa es la generación original de Andrzej Wajda, otros huyendo a la censura, cansado de narrar en parábolas, se fueron a otros lugares, es el caso del famoso director Jerzy Skolimowski, asentado en Inglaterra donde dirigió el Grito protagonizan Alan Bates y Susan York (The Shout, 1978) Fue selección oficial en Cannes aquel año.

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