Ante el peligro de una tendencia

Ante el peligro de una tendencia

Sentimos alarma por la débil reacción oficial y escasas consecuencias ante las señales más que evidentes de animadversión de ciertos sectores por la libertad de expresión y difusión del pensamiento. Las muestras locales más recientes han sido las amenazas contra los periodistas Luis Eduardo -Huchi- Lora, Amelia Deschamps, Juan Bolívar Díaz y Roberto Cavada, así como dos reporteros del matutino El Día.

Estas expresiones locales de odio hacia la prensa no parecen ajenas a una tendencia internacional, acerca de la cual ha manifestado preocupación la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), cuya reacción alude en principio las amenazas contra seis periodistas dominicanos, y que engrosa al censurar el asesinato del presentador televisivo Carlos Fernández, en Honduras, y el secuestro en México de Enrique Juárez Torres, director editorial del periódico El Mañana de Matamoros.

El Gobierno dominicano respeta la libertad de expresión y difusión del pensamiento. Pero en virtud de las escasas consecuencias que han tenido las denuncias de amenazas contra seis periodistas en un tiempo récord, reclamamos que las instancias estatales correspondientes asuman más protagonismo en su obligación de garantizar esa libertad fundamental y la integridad física de los hombres y mujeres que la ejercen de pleno derecho como labor cotidiana.

UNA CARA FEA DE NUESTRO TURISMO

El diario español El País expone al mundo, en un reportaje sin desperdicios, una de las caras groseras de nuestro turismo, con Boca Chica como referencia: la prostitución infantil. No hay en ese trabajo interés por un marketing negativo sobre nuestra oferta turística. Lamentablemente, es una cara indeleble de esa oferta, que las autoridades no se han ocupado de desteñir. Se alimenta de complicidad de autoridades, y en el mejor de los casos, indiferencia.

Aunque el mismo reportaje reconoce frágiles esfuerzos por enfrentar la prostitución infantil en el turismo de Boca Chica, al hacerlo evidencia la gravedad del problema. Una prostitución que tiene sus mercaderes y promotores en el propio escenario de las ocurrencias, pero también en cada turista que se acuesta con una menor. Una cara fea, pero real y lamentable.

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