Antecedentes del Haití de hoy

Antecedentes del Haití de hoy

– y II-
El proceso asimilación de elementos culturales y políticos de las metrópolis que tuvo lugar en las colonias de la América hispánica, portuguesa e inglesa, especialmente, no se dio en Saint Domingue (Haití). Hubo casos especiales como los de Toussaint Louverture y Alejandro Pétion, frutos de la complejidad y la naturaleza del proceso revolucionario del país: incluso, Louverture llegó a ser general de brigada de las fuerzas españolas de Santo Domingo, reconocido por los ingleses; más tarde, gobernador de Saint Domingue y jefe militar de los oficiales y soldados franceses que lo ocupaban.
Haití no vivió ni conoció la realidad de sus vecinos debido a la brutalidad descomunal a que fue sometido por Francia desde el inicio mismo de la industria del azúcar, y comenzó el siglo XIX proclamando su independencia, como un pájaro libre que vuela en el espacio sideral sin rumbo definido. La ausencia de referencias sociales, de tradición política, dislocó el curso histórico haitiano, lo que le impidió empezar a conformar una nación sin traumas profundos o, por lo menos, haber comenzado solucionando los que había heredado de su pasado infernal.
El ejemplo más aleccionador de esta ficción histórica fue el de Jean Jacques Dessalines: luego de proclamado primer presidente del país se le ocurrió imitar a Napoleón Bonaparte: éste fue aclamado emperador en mayo de 1804 y Dessalines se hizo proclamar con el mismo título en septiembre de ese año. Así se convertía en una patética caricatura de país y de Estado: del modelo de gobierno democrático representativo heredado de los Estados Unidos pasaba, en un abrir y cerrar de ojos, al tipo de monarquía constitucional que imperaba en Francia y en otros países europeos.
Aunque con otras características, tampoco funcionaron en México las monarquías de Iturbide ni de Maximiliano de Habsburgo. El reinado de Juan VI ni los imperios de Pedro I y Pedro II en Brasil responden a otros condicionamientos históricos, pues sus orígenes estuvieron determinados por la prolongación de la monarquía portuguesa en tierra brasileña, a raíz de la ocupación napoleónica en Portugal.
El desarrollo y la expansión del criollo jugaron un papel determinante en las luchas de independencia de América contra la dominación española y en el proceso de constitución de los Estados nacionales. El criollo, descendiente directo e indirecto de los europeos, aportó en la construcción de América Latina oficiales y soldados, así como también personajes excepcionales en los campos militar, político e intelectual, como Simón Bolívar, José de San Martín, Bernardo O’Higgins, Juan Pablo Duarte, José Martí, Francisco de Miranda, Francisco Morazán, los sacerdotes Miguel Hidalgo y José María Morelos; José Artigas, Francisco Solano López, entre otros adalides.
Además de aportar héroes y mártires el criollo produjo comerciantes, artesanos, profesionales, labradores y una experimentada burocracia, influenciada por la destreza de un imperio que como el español, le correspondió administrar sus dominios de ultramar en varios continentes al mismo tiempo. Como los tributos y los impuestos aduaneros eran insoportables para las colonias, en muchas ocasiones los criollos hispánicos viajaban a Londres, Gran Bretaña, con el objeto de conseguir apoyo en sus guerras de liberación. Entre esos figuran Simón Bolívar y Andrés Bello, y fue precisamente en la capital británica donde conocieron a Francisco de Miranda. Para mediados y finales del siglo XVIII Inglaterra enarbolaba el librecambismo y los mercados abiertos para sus productos, postulados tan en boga a finales del siglo XX son la constante en el XXI.
Sin la asimilación de la experiencia acumulada del conquistador las guerras independentistas latinoamericanas no hubieran sido tan extraordinarias. Sólo basta imaginar a San Martín y a Bolívar moviendo sus fuerzas en medio del frío, la lluvia y la noche a lo largo y lo ancho de la escabrosa cordillera de los Andes en guerra total con la metrópoli.
En los ejércitos bolivarianos participaron oficiales ingleses y de otras naciones europeas. Todo ese caudal sirvió a nuestras culturas, enriquecidas con el aprovechamiento del conocimiento de esas reservas milenarias. En España, Bolívar entró en contacto con el sabio Marqués de Uztáriz, su verdadero forjador intelectual; asistió en París a la coronación de Napoleón Bonaparte como emperador. El oficial irlandés O’Leary estuvo entre sus ayudantes; el coronel Belford Hinton Wilson, hijo del Sir Robert Wilson, general veterano de casi todas las guerras europeas, al igual que el coronel Irlandés William O. Fergusson, miembro de la Legión de Honor británica, eran edecanes de Bolívar. En París conoció al barón Alexander von Humboldt, científico alemán cuyos estudios e investigaciones sobre la naturaleza de América son referencia obligada.

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