ANTOLÓGICA MAGISTRAL Y NUEVA ESCULTURA

ANTOLÓGICA MAGISTRAL Y NUEVA ESCULTURA

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El Museo Fernando Peña Defilló, el primer museo de artista en Santo Domingo, ha duplicado su superficie. Dos casas coloniales contiguas conllevan dos salas dedicadas a una presentación permanente del maestro y tres para exposiciones temporales, una biblioteca y espacio de consultas, un patio muy acogedor.
Ha sido una realización a la vez espectacular y discreta desde la apertura del museo y, en su segunda etapa acabada de inaugurar, destaca las mismas cualidades de restauración y acondicionamiento. Tal vez estas son mayores aun, ya que la remodelación última ha logrado tanto ampliación como continuidad en el plano de dos construcciones, vecinas y diferentes, con un respeto admirable de la estructura histórica.
Fernando Peña Defilló pudo asistir a la materialización de su primer sueño y la apertura del museo fue encabezada por él personalmente. Nuestro gran artista siguió atentamente todas las actividades durante más de un año. Sentía una inmensa felicidad ante la ampliación próxima, a menudo la evocaba, pero él no la pudo presenciar, desgraciadamente…
Fue la sombra de una “reinauguración” brillante: centenares de amigos se reunieron y recordaron. Al mismo tiempo, ellos disfrutaron un acontecimiento anunciado, el segundo aniversario del museo y exposiciones, ambas tan distintas como impresionantes.
Aquella noche, muy especial, sumó la revelación de un primer conjunto de pinturas y dibujos de Fernando Peña Defilló, “Antológica 01”, y la cuarta exposición temporera desde el inicio institucional, “Otra dimensión”. Cabe señalar que, por primera vez, se presenta en el país una muestra de la nueva escultura dominicana, y también corresponde a los anhelos de un maestro deseoso de que su museo se abriera a la creación contemporánea y a los jóvenes.

Antológica 01. Si bien es cierto que las tres primeras exposiciones temporales fueron de obras de Fernando Peña Defilló, surgía la pregunta acerca de una colección permanente y una representación del trabajo pictórico desde los comienzos hasta el período final.
La Fundación posee unos trescientos cuadros, representativos de sus distintas etapas, investigaciones y propuestas, pero el espacio museal disponible, aun duplicado, no permite enseñarlas todas al mismo tiempo. Luego, se considera más interesante una exposición antológica, la cual se modifica periódicamente y responde a una curiosidad renovada del público: es la fórmula adoptada hoy en la mayoría de los museos.
En este enfoque inteligente se organizó el recorrido de la exposición, se procedió al montaje de las obras y a su iluminación, se optó por una presentación sencilla. Obviamente se prescindió de una escenografía –innecesaria–, y la lectura correspondiente es tan amena como clara e ilustradora.
Después de los cuadros todavía estudiantiles y los inicios emergentes, muy pronto encontramos una madurez precoz en la abstracción –expresionista o/y geometrizante–, seguida por la consciente y reflexiva adopción de un realismo figurativo criollo.
Para esta primera exposición antológica, una selección se hizo entre pinturas y dibujos (unos pocos), durante seis décadas de carrera, con el propósito de introducir al contemplador en el compromiso artístico, el pensamiento y la estética de Fernando Peña Defilló. Pone en evidencia la conjugación de unidad y diversidad que ofrece la obra en su largo itinerario.
Objetivo privilegiado fue presentar la producción pictórica como una totalidad, donde los elementos dialogan y se fecundan en series sucesivas, temáticas y conceptuales, hasta formales y texturales.
Con ese fin, se ha ido avanzando a través de una evolución teórica e ideológica, y la práctica pictórica correspondiente. Nos hacen ver cómo cada obra gesta una obra nueva y se manifiesta el propósito de sensibilizar a todos con una producción excepcional… que perduró hasta casi las últimas semanas de vida.

Uso de los espacios. Respecto a la utilización de los espacios –dos salas introducidas por un famoso autorretrato, y un pasillo lateral posterior–, sin ser anacrónico, el montaje no adopta un curso cronológico estricto, sino en un circuito en base a la creatividad y la introspección continuada del autor, y por supuesto la mejor percepción cualitativa de parte del espectador.
Pensamos en la observación del historiador del arte Daniel Arasse que se refería a la “intimidad de la pintura” como necesaria a la apreciación, y objetaba “el culto a la exposición de los cuadros” cuando prima sobre su contemplación y su fruición concreta. Esta primera antología lo ha evitado, y ha querido que disfrutemos las obras de una manera tan intensa como “Papo” –el apodo familiar del artista– las pintaba en el secreto del taller.
No hay grandilocuencia, hasta en pinturas trascendentales –escogidas en las series de la Materia y el Espíritu y los Mundos Paralelos. A veces, por la colocación, se insiste en una pintura e imagen de la perfección paisajista, así aquella vista horizontal, de un colorido sutil insuperable e implícito homenaje a Jarabacoa. No se trata de tamaño, ni de tema, sino de exquisitez pictórica, así mismo el circular e hipnótico “Tondo de mariposas”…
En razón de la gran cantidad de obras, patrimonio de la Fundación, aseguran que esta muestra antológica se piensa modificar parcialmente, para que lleguemos a tener una visión global y completa de la producción plástica de Fernando Peña Defilló.
Es una meta ambiciosa pero alcanzable en un museo que, en un par de años, ha probado su vitalidad constante, su eficiencia funcional y una real puesta a disposición de los recursos imprescindibles para que todos los públicos puedan aprovechar riqueza patrimonial y oferta cultural en las mejores condiciones.

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