Samaná es un lugar conocido por albergar la mayor concentración de cocoteros, paisajes majestuosos, pescado frito con coco, playas maravillosas de arenas blancas y aguas cristalinas, pero también es una provincia donde habitan personas con una apariencia física muy exótica.
Los samanenses tienen los ojos más expresivos del país, aquellas intensas miradas sin duda invitan a preguntarnos de dónde descienden esas personas con tal particular apariencia. Pues sepa que los apellidos derivan principalmente de los colonos franceses e ingleses que llegaron en 1640, pero también tienen influencia de canarios españoles que llegaron en 1756.
Así lo explicó Efraín Baldrich Beauregard, quien dictó una conferencia titulada Los apellidos franceses de Samaná como parte del programa de conferencias coordinado por el Centro Cuesta Nacional a través de su promoción: Descubre Samaná, orgullo de mi tierra.
De acuerdo con Baldrich, los primeros asentamientos franceses dejaron como herencia los apellidos, Borín, Marichal, Beltré, Lefamén, Lucier, Yaclamic. Desde 1754 hasta 1756 canarios y franceses de disputaban la fundación de Samaná.
La Era de Francia: 1802
El conferencista informó que 1802 fue uno de los años de mayor migración francesa, razón por la cual esa fecha se conoce como la Era de Francia.
Los apellidos más predominantes de aquella época fueron: Ferrán, Rodríguez, Tesón, Petitón, Cabral, Dupitón, Lalane, Clarac, Arenader, Leclerc.
El conferencista destacó que algunos de estos ya no tienen descendencia en la provincia de Samaná.
Influencia francesa más prolongada
Los apellidos más dilatados de la península según Baldrich fueron: Lavandier -predominante en Santa Bárbara de Samaná-, Coradín, Ciprián, Saladín, Beauregard, Ferrant, Oliver, Demorizi y Noel, entre otros. Samaná continúa siendo atractiva para los franceses, una muestra es el gran número de ellos que viven en Las Terrenas.
En tal sentido, el conferencista destacó que pueden surgir nuevos apellidos en la península.
Sobre Samaná
Fundación
En 1756 se fundó la ciudad de Santa Bárbara de Samaná, con familias provenientes de las Islas Canarias, en el lugar llamado Carenero Grande.
Aunque no refirió los apellidos canarios que se llegaron a Samaná Baldrich afirmó que unos 32 prevalecieron en aquella época.
En la década de los 1820 fue testigo de inmigraciones de antiguos esclavos, ahora libres, quienes se establecieron allí, preservando sus costumbres y un melodioso lenguaje inglés. Deciden quedarse atraídos por esta península exuberante con una bahía espectacular dotada de pequeños cayos.
Durante 200 años los gobiernos de España, Francia e Inglaterra lucharon por el dominio de está tierra, dejando Francia la más arraigada descendencia.