Todos caminaban con prisa. El cielo, cubierto en su totalidad por oscuros nubarrones presagiaba lluvia en cualquier momento, y ya antes de las 6:00 de la tarde parecía que era de noche.

Los invitados fueron colmando el Teatro Nacional desde tempranas horas para asistir a la inauguración de la vigésima Feria Internacional del Libro Santo Domingo, pautada para las 7:00 p. m., este año dedicada al escritor René del Risco Bermúdez y con Paraguay como país invitado de honor y la presencia de su figura literaria más importante: Augusto Roa Bastos.

Moviéndose de un extremo a otro, personal de la seguridad estaba atento a todo, hasta inspeccionar a la entrada las carteras y otras propiedades de los asistentes, para evitar percances.

Dentro del teatro, y con cintillos de división, ministros y funcionarios se encontraban apartados en un área atentos a la llegada del presidente de la República, Danilo Medina, quien, como siempre, no se hizo esperar.

Allí, previo a la presentación, algunos prefirieron ocupar de inmediato sus asientos en la sala Eduardo Brito, mientras otros platicaban amenamente en espera de que el presidente Medina saliera de una reunión que sostuvo con funcionarios y responsables de la feria en uno de los salones momentos antes de iniciar el acto.
Antes de entrar al auditorio, el mandatario, en compañía del ministro de Cultura y demás organizadores de la feria, desveló un retrato de René del Risco Bermúdez.
Afuera, la lluvia ya caía…

Ya en el escenario, los himnos nacionales de este país y de Paraguay, a cargo de la Orquesta Sinfónica Nacional y el Coro Nacional, dieron inicio formal al acto.

El ministro de Cultura, Pedro Vergés, a cargo del discurso central, ponderó que la realización de esta feria no es un hecho cualquiera, sino más bien una oportunidad de renovar la fe “en nuestro destino, de reafirmar nuestra permanencia a un ámbito cultural del que no deseamos separarnos, y de dar testimonio de la dominicanidad”.