Aprestos reelecionistas al vapor

<p>Aprestos reelecionistas al vapor</p>

FABIO R. HERRERA-MINIÑO
La maquinaria reeleccionista ha sido puesta a punto e iniciado su transitar hacia la meta del 16 de mayo del 2008. Es que los principales funcionarios están apresurados por la definición de quien había sido la mano derecha del Presidente, el cual se separó para formar tienda aparte, surgiendo como un escollo para un proceso reeleccionista, que tan solo a principios de años parecía que transitaría sin obstáculos.

No hay dudas que la aceptación popular que todavía goza el presidente Fernández, revelada en la última encuesta de este diario, con todo un descenso apreciable en los porcentajes, ha estimulado a los funcionarios reeleccionistas a iniciar un proyecto que quizás creyeron no iba a resultar tan costoso en comparación a la campaña del 2004. En la misma, los hoy importantes funcionarios, que colaboraron generosamente con la campaña electoral, fueron recompensados en cargos, desde los cuales se han ido resarciendo de sus esfuerzos económicos de aquella campaña memorable, que le devolvió al país confianza y tranquilidad, después del desasosiego e incertidumbres del malogrado período del 2000 al 2004.

La experiencia de una costosa campaña electoral la tiene el PLD en los gastos de la pasada, cuando tuvieron que emplearse a fondo para obtener la mayoría congresual y municipal. Esa vez se infló desmesuradamente la nómina pública con una serie de gastos que desajustaron el presupuesto. Y ahora, esa es la base de que se quiera imponer una nueva carga de gravámenes para hacerle frente a lo que sería necesario gastar para garantizar la reelección. Y eso por las tormentas de disenso desde lo interno del PLD, que afecta la otrora imagen de unidad y obediencia, que irradiaba ese partido cuando era un partido minoritario y encasillado en una mítica honradez, separado sus cuadros de los demás dominicanos, a quienes los consideraban corruptos.

Los peledeístas se habían acostado a dormir en sus laureles, conscientes de que su presidente no tenía rivales de consideración, que en el 2008 pudieran hacerle mella. De ahí que pregonaban que el tema de la repostulación del presidente no era prioritaria. Pero se han atemorizado cuando una rama del mismo partido ha brotado con bríos propios y amenaza hacer más difícil el proceso de escogencia del candidato del PLD, pese a que hay voces que reclaman que no es necesario celebrar convención, y que desde ya el partido señale a su presidente como candidato del 2008. No hay dudas que esa urgencia viene motivada por los temores, que hay en el mismo seno del partido, de que surja quien pudiera vencer al presidente Fernández, cuando el carisma del presidente es insuperable y avasalla, no sólo a sus compañeros de partido, sino a los contendientes opositores. De éstos hay algunos que tendrían que responder frente al país de muchas maniobras financieras de dudosa transparencia.

El partido diferente, que se consideraba era el PLD, ya está en el camino a encasillarse en el mismo sendero de los demás partidos, que alguna vez han sido mayoritarios. Todavía se les consideran como los bastiones de la democracia, pese a sus evidentes lacras, donde la sombra de la corrupción les acompaña y los envuelve en una penumbra de la incertidumbre cada vez que pretenden ofrecerse como los más adecuados a las necesidades del país.

Y todo a sabiendas de que sus ofertas caerán en saco roto, ya que sus mentiras, como promesas de buen manejo de la administración pública, son puro allante para fines de captación de los incautos, que todavía creen en el sistema tan peculiar de los partidos políticos. Están llenos de las más aberrantes lacras de lo más sucio de la conducta humana, en cuanto a procurar solo enriquecimientos de sus dirigentes.

La maquinaria reeleccionista está aceitada, en función y acelerándose a medida que llega el final del año, procurando crear un efecto positivo.

Sería un alivio para el país que se postergue la amenaza de la rectificación fiscal, en no abrir más frentes de los que ya tiene el gobierno. El contribuyente se resignaría a pagar un dinero que no se devuelve en mejoría del servicio que debe ofrecer el Estado en sus obligaciones. El Estado no asegura educación y salud al pueblo, así como no puede lograr que sus vías públicas, acueductos, canales, puertos y edificaciones públicas operen adecuadamente en base a lo que se recauda. Las recaudaciones son cada vez mayores y es un dinero que el pueblo ve cómo sirve solamente para malgastarse y dedicarse a los fines muy específicos de los planes de los partidos en el poder. Estos van desde comprar adhesiones partidarias hasta convertirse en lujos, dispendio en residencias, yates y quizás estar viajando más de la cuenta, a expensas de un Estado pobre, y de un pueblo que debe soportar esos despilfarros, a nombre de la gobernabilidad, y que no debe surgir la inconformidad social que obligue a rectificaciones.

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