Apropiado Nobel de Economía para otro economista conductual

Apropiado Nobel de Economía para otro economista conductual

En la teoría económica clásica, los agentes económicos se comportan con total racionalidad. (en el sentido de que buscan maximizar su utilidad, que es axiomática en cuanto a ser continua, transitiva, completa e independiente (Von Neumann and Morgenstern, 1944). Este supuesto es coherente con la concepción psicológica clásica, hoy refutada, de que el hombre es racional y sólo actúa en forma anómala esporádicamente.
Un intento por completar la teoría económica clásica con los avances de la psicología está en la denominada “economía del comportamiento”, rama que acaba de recibir su séptimo Nobel en Economía al habérsele otorgado este año el premio a Richard Thaler, quien llevó al gran público la teoría del comportamiento, explorando las consecuencias de la racionalidad limitada, preferencias sociales y la falta de autocontrol que sistemáticamente afectan tanto las decisiones individuales como el comportamiento de los mercados..
Economistas de esta escuela que recibieron el Nobel son Robert Fogel en 1993; Elinor Ostromen 2009, George A. Akerlofen 2001; Robert Shiller en 2013, y Angus Deaton 2015. La influencia de esta nueva área de la economía también se manifiesta en que tanto Thaler como Shiller han sido presidentes de la American Economic Association.
En adición a estos economistas, el Nobel en Economía también ha sido concedido a un psicólogo que ejerció sobre ellos una influencia determinante. En 2002 el premio se le otorgó a Daniel Kahneman considerado “uno de los psicólogos más influyentes de todos los tiempos” y junto con A. Tversky, el padre de la economía del comportamiento.
J. M. Keynes en su “Teoría general del empleo, el interés y el dinero” (1936) basó sus conclusiones en observaciones del mundo real que no eran consistentes con lo que hubiera pronosticado la teoría clásica. Son claves sus apreciaciones sobre la existencia del desempleo involuntario (una imposibilidad en la teoría clásica) y el proceso de toma de decisiones de los “especuladores” del mercado de valores, donde unos actúan en función de lo que piensan harán los otros, priorizando este criterio a los “fundamentos” de las acciones. Su apreciación de que las decisiones de los agentes económicos están también basadas en los espíritus animales (cito: “gran parte de nuestras actividades positivas dependen más del optimismo espontáneo que de una expectativa matemática, ya sea moral, hedonista o económica”), es una de las más famosas declaraciones de esta obra magna.
Los clásicos han considerado innecesario ajustar los modelos económicos para integrar el comportamiento real del humano. Para esto fue fundamental la obra de Milton Friedman “La Metodología de la Economía Positiva” de 1953. Básicamente, el argumento de Friedman es que a los modelos hay que juzgarlos por su capacidad de predecir correctamente la realidad y no por el realismo de los supuestos. En un muy buen ejemplo, cita al campeón de billar que, sin saber geometría o física, se comporta como si supiera y logra jugar bien.
Friedman señala igualmente que cuando una teoría no tiene capacidad predictiva, la teoría debe ser rechazada. Su ejemplo es el siguiente: en el vacío, las balas y las plumas caen libremente con la misma aceleración, pero no así en el mundo real. Podemos aplicar las leyes físicas de la aceleración de objetos en caída libre para las balas, que se comportan como si estuvieran en el vacío, pero no para las plumas.
Hay varios fenómenos que la teoría clásica no puede explicar. Akerlof (2001), un economista ortodoxo, destaca varios de estos fenómenos, entre los que se destacan la existencia de desempleo involuntario, el impacto de la política monetaria en el producto, que la deflación no se acelera cuando el desempleo es alto, que la gente no ahorra suficiente para la vejez, la excesiva volatilidad de los precios de las acciones en relación a sus “fundamentos” y la persistencia tozuda de una clase pobre autodestructiva.
Estos fenómenos podrían ser explicados gracias a los avances de la psicología. Un avance fundamental es el descubrimiento de que pensar con errores no es la excepción sino la norma y las expresiones de esta “anomalía” en sesgos y heurísticas son conocidas y predecibles. Sesgos y heurísticas están explicadas por los dos sistemas en los que opera la función cognitiva, uno “lento” y uno “rápido”. Estos avances se integraron a la teoría económica via sus mismos descubridores, D. Kahneman y A. Tversky. Tras la publicación en 1979 de su “Teoría de Perspectivas” (Prospect Theory),la teoría económica tiene una nueva herramienta para explicar y predecir muchos fenómenos no solo a nivel micro sino también macro-económicos. Ya la especulación financiera y el mercadeo están haciendo amplio uso de estas herramientas, tanto en el negocio como en la regulación de los mercados.
Bienvenido el Nobel para Thaler. Quizás fenómenos como los destacados por Akerlof tengan respuesta a partir de la economía del comportamiento y con ello sea posible lograr que la ciencia económica llegue a tener “una teoría unificada”.

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