Apuntes para tener a la mano

Apuntes para tener a la mano

El 2015 ha sido año rico en lecciones. En materia sanitaria bajaron las calificaciones relativamente buenas que teníamos. A pesar de que en ese período sufrimos una de las más agudas sequías en medio siglo, también nos atacó una de las más intensas y mortíferas epidemias de dengue. La coincidencia pone en entredicho la tesis que relaciona el aumento de la población del mosquito transmisor de la enfermedad con la acumulación de aguas. Por casualidad o por lo que fuera, los casos de dengue han disminuido después del inicio de las lluvias.

Otra lección que debemos tener presente es el cuestionamiento en que fue puesta nuestra capacidad para tratar exitosamente a los afectados por el dengue. El Ministerio de Salud Pública atribuyó a fallas de diagnóstico la mayor parte de los casos de muerte por la enfermedad, señalando que de cada diez casos por lo menos ocho eran evitables. Los médicos no ripostaron las afirmaciones que los responsabilizaba de los decesos.

Dicho todo esto, queremos desembocar en la necesidad de que estas experiencias sean analizadas minuciosamente para hacer los correctivos necesarios en las directrices de la política epidemiológica. Es evidente que los protocolos de atención y seguimiento a los pacientes por dengue no respondieron como se esperaba. No podemos darnos el lujo de repetir estos traspiés.

Los altos  costos de la ineficacia

El parque vehicular casi se ha quintuplicado en 19 años, al pasar de 757 mil unidades en 1996 a 3.600,000 al cierre de este año. Sin embargo, las soluciones para descongestionar el tráfico no han avanzado a la par con ese crecimiento y el resultado ha sido una elevación sorprendente de los costos por ineficacia. La política oficial de transporte, aunque ha aportado soluciones colectivas como el Metro de Santo Domingo, no ha sistematizado la colectivización del transporte de pasajeros como medio de disminuir costos y aliviar el congestionamiento.

La política oficial de transporte ni siquiera ha planteado la posibilidad de diferir los horarios laborales para reducir taponamientos. Es hora de poner en agenda la búsqueda de una solución integral y práctica para este viejo y costoso problema.

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