A money changer counts out US 100-dollar banknotes at a currency exchange shop in Jakarta on October 07, 2008. Indonesian President Susilo Bambang Yudhoyono said there was no danger of a repeat of the Asian financial crisis as the sharemarket took its biggest hit in a decade and the currency nosedived. AFP PHOTO / Bay ISMOYO
El banco central de Argentina ampliará el uso de la banda de flotación cambiaria el próximo año y probablemente hará menos ajustes que en la actualidad, una señal de que la política monetaria respaldada por el Fondo Monetario Internacinal (FMI) está dando frutos a finales de un año angustiante.
“Vamos a continuar trabajando con zonas de intervención y no intervención durante el próximo año”, dijo el presidente del banco central argentino, Guido Sandleris.
El ritmo del ajuste probablemente será “un poco más bajo de lo que es ahora. En este momento es del 3 por ciento. Podría ser un poco menos”.
Sandleris, de 47 años de edad, ha dirigido la adopción fluida de una nueva política monetaria de un mes por parte del banco central después de que el FMI acordase en septiembre elevar la cuantía del rescate para la nación sudamericana a US$56.000 millones.
El peso, la moneda de peor rendimiento de los mercados emergentes en lo que va de año, ganó casi un 14,7 por ciento frente al dólar en octubre, la mayor subida en los datos disponibles a partir de 2003 y el mejor rendimiento en todo el mundo. Las expectativas de inflación se enfriaron en octubre después de tres meses de turbulencias y los rendimientos de los bonos del Gobierno también se estabilizaron tras un alza a principios de septiembre.
Ahora se permite la flotación del peso en una “zona de no intervención” de alrededor de 35 a 45 pesos por dólar, aunque el rango se ajusta diariamente un 3 por ciento frente a su valor del mes anterior. Inicialmente, se pretendía aplicar la política solamente hasta finales de 2018.
Sin embargo, Sandleris dejó en claro que continuará el próximo año a fin de ofrecer más confianza a los mercados. En diciembre se ofrecerán más detalles.
A pesar de los avances recientes, Sandleris no está de celebración. El académico convertido en político ve importantes riesgos económicos internacionales e internos por delante. En el frente nacional, el banco abandonó su objetivo de inflación a favor de lo que muchos analistas consideran un conjunto de políticas enérgicas, incluso drásticas, que podría agravar una recesión que se avecina. El fin de la era del dinero fácil a nivel mundial tampoco ayuda.
“Mi primera preocupación es el contexto internacional, el cual es mucho más desfavorable de lo que hemos visto en los últimos años”, dijo. “Los años de liquidez internacional extrema que vimos en el pasado están llegando a su fin, y eso crea un contexto mucho más desafiante para los mercados emergentes”.
Sandleris dijo que la incertidumbre política en Brasil, el mayor socio comercial de Argentina, es otro obstáculo para la economía argentina. El presidente electo, Jair Bolsonaro, asume el cargo el 1 de enero. El presidente del banco también señaló que las elecciones presidenciales del próximo año en Argentina podrían asestar un golpe a la economía.
Esos factores “podrían crear algo de ruido el año que viene”, apuntó.
En medio de estas dificultades, Sandleris está recogiendo las piezas de un banco central que, según su opinión, ha perdido la confianza de los inversores y del público. Los argentinos han acabado renunciando a la institución este año a raíz de una crisis monetaria, una recesión, políticas cambiantes y tres jefes de bancos centrales.