Argentina: una economía en llamas

Argentina: una economía en llamas

Un equipo económico que se bautizó como el “mejor en 50 años” no ha podido enfrentar adecuadamente problemas históricos de la economía gaucha. La economía se encuentra en el momento más crítico y peligroso de los tres años de Gobierno de Mauricio Macri padeciendo devaluación aguda del peso, tasa de interés del 60%, la más alta del mundo y una inflación encarnándose nuevamente sobre el 40%. El mismo nivel que se empezó a combatir desde el inicio de la gestión y que al cierre del 2017 había descendido por debajo del 25%. Junto a ello la incertidumbre extendida – feroz enemiga de la estabilidad económica – augura serias complicaciones para encarrilar el sistema en el corto plazo. En economía los errores se cobran de inmediato pero la rectificación lleva tiempo. Los analistas, internos y externos, se agrupan en tres posiciones: los defensores del modelo a ultranza que consideran que tan solo “el plan económico fue mal comunicado”– y seguramente piensan que no fue aplicado radicalmente -, los más críticos que aseguran que el modelo quebró y el equipo económico debe cambiarse y los “fatalistas” que ven peligro de una crisis social y/o un “default”, posiblemente teniendo en mente la debacle del 2001.
Para los primeros, además, la causa esencial es la “gradualidad” aplicada en la introducción del programa y que no se haya hecho tajantemente, como les hubiera gustado a los inversionistas que usualmente no miran ni les importan las consecuencias políticas. Un problema crítico es que el Gobierno no asume aún sus responsabilidades en el estallido económico, el mismo presidente busca causas en el horizonte externo donde no se expresa una crisis global. Se obvia reconocer haber recurrido a una liberalización extrema del mercado financiero, exonerando controles al movimiento de capitales especulativos; el mercado financiero argentino pasó a ser considerado uno de los menos regulados del mundo recibiendo en algo apenas 2 años más de 85 mil millones en flujos netos de cartera, muy caros debido a las incertidumbres de la economía. Excelente resort turístico financiero. Históricamente esa apertura a la larga se paga, ante el mal tiempo los capitales huyen. Al anunciar una renegociación con el FMI se reconoció, además, que no habían cumplido con los términos del reciente acuerdo y parece haberse olvidado que el FMI siempre llega acompañado de una apreciación del dólar. Mientras, el Gobierno se centró en la “herencia kirchnerista” recibida y no tuvo en cuenta aspectos históricos ineludibles de esa economía: ausencia de un modelo económico racional y un gasto público alto igualmente tradicional.
Los pronósticos para el año van desde una caída del 2.4%, según fuentes gubernamentales, hasta más del 3% de acuerdo con otros. El jarabe creado arrastra serias consecuencias tanto para los que requieren créditos como para los que dependen de las importaciones – por el encarecimiento del dólar – y, por supuesto, para el ciudadano llano y simple. Inevitablemente, lo cierto es que la economía está en llamas y la sociedad cubierta por un humo que nubla la visión del futuro inmediato, en tanto un proyecto político puede estarse evaporando.

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